Mateo 26:17-21 NBV “El primer día de las ceremonias pascuales en que los judíos se abstenían de comer pan con levadura, los discípulos le preguntaron a Jesús: — ¿Dónde quieres que preparemos la cena de Pascua? — Vayan a la ciudad, a la casa de quien ya saben, y díganle que mi tiempo está cerca y que deseo celebrar la Pascua en su casa, con mis discípulos. Los discípulos obedecieron y prepararon allá la cena. Aquella noche, mientras comía con los doce, dijo: — Uno de ustedes me va a traicionar”.
Tengo la imagen en mi mente de un Jesús que se sienta a la mesa a compartir con todos: fieles, traicioneros, sinceros e hipócritas. Todos se sentarán con Él a la mesa. Todos serán servidos por el mismo Jesús y comerán con Él en la última cena.
Mateo 26: 22-30 NBV“Entristecidos, cada uno de los discípulos le fue preguntando: — ¿Seré yo, Señor? Y él fue respondiendo a cada uno: —Es el que va a comer conmigo en el mismo plato. Es cierto, voy a morir como está profetizado, pero pobre del hombre que me traiciona. Habría sido mejor si no hubiera nacido. Judas se le acercó también y le preguntó: — ¿Soy yo, Maestro? —Sí. Tú lo has dicho. Mientras comían, Jesús tomó un pedazo de pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos. Tomen. Cómanlo; esto es mi cuerpo. Tomó luego una copa de vino, la bendijo y también la dio a sus discípulos. —Beban esto, porque esto es mi sangre que sella el nuevo pacto. Mi sangre se derramará para perdonar con ella los pecados de infinidad de personas. Recuerden: No volveré a beber de este vino hasta el día en que beba con ustedes del nuevo vino en el reino de mi Padre.Después de estas palabras, cantaron un himno y se fueron al monte de los Olivos”.
La Santa Cena, en el Antiguo Testamento y para los judíos, era una celebración muy importante, más conocida como Pascua. En Éxodo 12:1-13 NBV, se observa que festejaban la liberación de Israel de Egipto y recordaban lo que Dios hizo por ellos.
Cuando comparamos la Pascua con el sacrificio de Jesús en la Cruz, vamos a encontrar algunas similitudes sorprendentes. La Pascua se caracteriza por la selección de un cordero que era sacrificado, este debía ser sin defecto y sin mancha. Jesús fue ese cordero puro y sin mancha, sin pecado que se entregó por nosotros ofreciendo su vida como un sacrificio vivo. ¡Nadie más amoroso que Aquel que dio su vida por ti y por mí!
Los israelitas tenían una sola forma de salvarse de la muerte y de las plagas de Egipto y esta era poniendo la sangre de ese animal inocente en los dos postes y el dintel de sus casas y hoy en día existe una sola forma para que nosotros podamos salvarnos de la muerte, la enfermedad y la miseria del mundo… y es dejando que la sangre de Jesús toque nuestras vidas.
La paga del pecado es la muerte pero la sangre de Jesús trae vida. Ya la muerte no nos puede tocar, por más guerras y hambre que haya en el mundo, la muerte no es para nosotros sino la vida en Cristo Jesús.
Dios mandó que celebraran y recordaran esta fecha. Fue como el día de la independencia para los judíos y Dios hizo un pacto con ellos. Es decir que, celebrar la Santa Cena no es otra cosa que recordar lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz y sentarnos a la mesa a ser afirmados por Él. Así como en el Antiguo Testamento, Dios hizo pacto con el pueblo de Israel, así también Dios hace un nuevo pacto con nosotros y su sello es la sangre de Cristo.
Antiguo Testamento = Sangre de animales, el cual se repetía cada día, cada año.
Nuevo Testamento = Sangre de Cristo, murió una vez y para siempre. Sacrificio de Cristo para toda la vida.
El sacrificio de Cristo quitó toda culpa de nuestras vidas, toda condenación y todo dolor de nuestro corazón porque por Su sangre hemos sido justificados. Por eso, el participar en la Santa Cena debe ser un motivo de alegría, pero también de agradecimiento.
Proverbios 15:15 NBV“Para el afligido, todos los días traen problemas; para el de corazón alegre, todos los días son de fiesta. Cada día es una decisión: “O lo vives sentado en la mesa, o te haces el loco y te autoexcluyes de la fiesta constante en el cielo por sentirte indigno de participar de ella”.
¡Cómo si alguien se sentará en esa mesa de honor por mérito propio!Si tú pensabas o piensas eso, déjame decirte que no es así. Jesús dijo “Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes…” Juan 15: 16ª NBV.Es por la gracia de Dios que Él ganó un puesto para mí en esa mesa, yo no tengo que hacer nada. Es más, ni siquiera puedo comprar mi ticket para ese gran evento, es solo la misericordia de Dios que pensó en mí y en ti para ocupar un lugar en Su banquete.
Lucas 14:17 NBV“A la hora de la cena mandó a su sirviente a decirles a los invitados: Vengan, porque ya todo está listo”.
Dios no te pregunta cómo te sientes para ir… Él te dice cada día: “Ven, que la mesa del banquete está preparada para ti”.
Salmos 23:5 NBV“Preparas un banquete para mí, en presencia de mis enemigos. Me recibes como invitado tuyo, ungiendo con perfume mi cabeza. ¡Mi copa rebosa de bendiciones!”
No es cualquier banquete, que tiene un tiempo de duración, un inicio y un fin… Sino que Dios está invitándote a Su mesa todos los días de tu vida, a no volver a tener hambre de necesidades, sino que tu copa desborde de Sus bendiciones eternamente. ¿Por qué? La respuesta está en el siguiente versículo: Cantares 2:4 NBV “Me lleva a la sala del banquete, y es evidente para todos cuánto me ama”.
La bandera que Dios pone sobre ti es Su amor y ese amor cubre todas tus faltas… Su amor te perdona y te restaura. Incluso Judas experimentó lo que significaba el estar sentado en la mesa del banquete de Jesús, pero no permaneció allí… Y es que, no importa cómo te llames o quién seas, sino quién te está llamando a sentarte en esa mesa.
Tu futuro no está en cualquier mesa sino junto a tu Amado. Al decidir por la sombra de vida que da Dios para recostarte, estás depositando tu confianza total en Él. La sombra de Dios es tu refugio seguro, tu bunker espiritual. Es allí donde nos sentimos protegidos… ¡Qué mejor postre! Nada tan dulce como el estar con Dios todos los días sentados en Su mesa porque cuando tomamos nuestro puesto en la mesa, algo maravilloso sucede. Hay un intercambio real pues pudiste haber llegado a la mesa con hambre, pero te vas satisfecho… Te sentaste débil pero allí, recobras nuevas fuerzas… Te sentaste avergonzado por tu pasado, pero como Él es el Rey, puede extender Su cetro sobre ti y darte un nuevo nombre, un nuevo destino…
Recuerda: No es tan importante cómo llegas a la mesa, sino cómo sales de ella día a día.
#365conDios
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