¿Sabías que estabas llamado a ser un santo? Hay un llamado muy especial y es el llamado a ser santos.
1 Corintios 1:1-3 NBV “1Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús porque Dios así lo quiso, y nuestro hermano Sóstenes, 2a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser un pueblo santo, junto con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. 3Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen en ustedes su amor y su paz”.
Como ves, no es un llamado solo para el pastor, no es un llamado para los maestros o líderes. Si tan solo invocas el nombre del Señor, ¡entonces tienes llamado a ser santo! Si nos detenemos a meditar un poquito, una diferencia entre los cristianos de los primeros siglos y nosotros, es que ellos sabían y vivían su llamado a la santidad y es porque los apóstoles se los estaban recordando siempre (Romanos 1:7, Filipenses 4:21, Hebreos 13:24).
PERO, ¿QUÉ ES SER UN SANTO?
¿A QUÉ LLAMA SANTO LA BIBLIA? Un santo es una persona exclusiva de Dios y por lo tanto, destinado a hacer su voluntad y a darle gloria. Cuando Dios se separó un pueblo para sí, para su gloria, lo llamó santo (Éxodo 19:6)e igualmente sucedió con la iglesia (Efesios 5: 25-27).
Santos son los comprometidos con Dios, aquellos que se han consagrado, los que como dice en Filipenses 3:8 “Es más, todo lo considero una pérdida comparado con el supremo valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo y lo considero basura, con tal de ganar a Cristo”
SIN EMBARGO, PARA MUCHOS CRISTIANOS, LA SANTIDAD ES UNA UTOPÍA. Pues muchos no aceptamos la idea de ser y llamarnos santos. Y es que la mayoría de cristianos arrastramos la idea religiosa de santidad. ¿Cómo nos imaginamos a los santos? como excepciones a la regla. Es decir, gente fuera de serie que surge cada cientos de años. De manera que, un cristiano inconscientemente rechaza la idea de ser uno de ellos. Y si alguien nos llamara así, a lo mejor corregiríamos a esa persona, pensando que no somos nada especial y lo que es peor, temiendo que de llegar a vernos a nosotros mismos como “santos”, caigamos en orgullo y soberbia. Imaginamos a los santos en los altares recibiendo adoración y esto en un cristiano produce rechazo porque es idolatría, ya que la Biblia manda adorar solo a Dios. Uno imagina a los santos recibiendo y respondiendo oraciones y concediendo milagros. Y un cristiano no atrae la atención sobre sí mismo sino que le da gloria a Dios. Pero estas trabas que nos impiden el considerarnos santos y el vernos como Dios nos ve, existen tan solo porque tenemos una idea religiosa de lo que es ser santo.
RENUEVA TU MENTE CON RELACIÓN A LA SANTIDAD.
1) DEBEMOS VERNOS CON FE COMO DIOS NOS VE. Si la Biblia te llama santo, tú eres santo porque la Palabra de Dios es creativa (Salmos 33:9). Dios llamó esforzado y valiente al cobarde Gedeón y Gedeón fue esforzado y valiente. Así que, debes tener fe pues Dios te ha santificado y te llama santo. Y qué decir de las promesas contenidas en la Palabra y de la herencia que nos promete Dios… Es una herencia para santos (Colosenses 1:12).
2) DIOS NO NOS DEMANDARÍA UN IMPOSIBLE. Si Él nos demanda santidad es porque es posible el vivir en santidad (1 Pedro 1:16). El Señor ya hizo la parte más significativa y costosa al santificarnos por medio de Jesús (1 Corintios 6:9-11). Así que, no te mires a ti mismo ni mires los pecados que aún no consigues vencer… Mira a Jesús, prosigue a la meta y cree la Palabra que dice que en Él nos ha hecho perfectos y santos (Hebreos 10:14).
3) DIOS ASIMISMO, NOS HA DADO LOS MEDIOS Y EL SECRETO PARA PODER VIVIR EN SANTIDAD. En primer lugar, nos ha dado de Su Espíritu. ¿Y cómo es Su precioso espíritu? SANTO. El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad (Romanos 8: 26). ¿Tu carácter te impide vivir en santidad? ¿Te vienen malos pensamientos? Conversa con el Espíritu Santo y entrégaselos. Él es nuestro Consejero y nuestro Ayudador. Si andamos en el Espíritu, no buscaremos satisfacer los deseos de la carne y tendremos por fruto el amor y la santidad.
Otro medio para vivir en santidad es la Palabra (Juan 17:17). Ella es una luz donde descubrimos la voluntad de Dios y donde obtenemos dirección para nuestras vidas. ¿Y cuál es el secreto para vivir en santidad? El temor de Dios… Que no es otra cosa sino amar lo que Él ama y aborrecer lo que Él aborrece. Es amarlo y buscar agradarlo por sobre todo, cumpliendo así el primer mandamiento. Si amamos a Dios, buscaremos vivir en santidad todos los días de nuestra vida (Hebreos 12:14).El amor a nuestros hermanos y el deseo de servirlos también nos llevará a santificarnos cada día (Juan 17:19).
¿POR QUÉ DIOS NOS LLAMA A SER SANTOS? ¿SE LO HAS PREGUNTADO?
1) PORQUE ÉL MISMO ES TRES VECES SANTO. Necesitamos santidad para tener comunión con Aquel quien es la santidad misma. Por ello, demos gracias a Dios por la sangre de Cristo y por su obra redentora porque sino caeríamos muertos ante Su presencia.
2) PORQUE EL SEÑOR NOS HA LLAMADO A SER LUZ DEL MUNDO Y SAL DE LA TIERRA. Dios nos ha llamado a impactar nuestra generación, a brillar como luminarias del mundo. Somos las estrellas que veía Abraham. Debemos brillar dando gloria a Dios y alumbrando el camino de la próxima generación. ¿Y si fuéramos la última generación? Nuestros actos, más que nuestras palabras, lo deben hacer. Estamos llamados a decir como el apóstol Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). ¿Realmente podrías recomendarle a alguien que te imite? O a lo mejor tendríamos que decir lo contrario: “No soy lo que se dice un buen ejemplo como cristiano, así que no te formes una opinión del cristianismo a partir de mí porque no lo represento bien”.
Recuerda Dios nos ha llamado a ser santos, y tenemos una misión posible.
2 Comments
Siempre he encontrado palabras de aliento en tus reflexiones y siempre hay una frase que me toca el corazón, en este caso fue “Que tu necesidad te provoque más hambre por Su presencia que por lamentarte”. Que Dios te bendiga.
A mí personalmente estas palabras me sirven de aliento para no extrañarme ante las cosas que ocurren a veces. No por ser resabiado, sino lo contrario: por saber que todo tiene un propósito y ese propósito viene directo de la “persona” que más me quiere en el mundo, que es Dios.