Dios te quiere llevar a otro nivel de libertad. ¡Es tu oportunidad! ¡La estabas esperando! Cada oportunidad viene acompañada de temores que necesitamos vencer. Las oportunidades son puertas abiertas pero estas puertas nos llevan a lo desconocido, nos sacan fuera de nuestra zona de comodidad o rompen en nosotros paradigmas. Se necesita fe para ver una oportunidad. Las oportunidades no nos encuentran, son ciegas. Nosotros somos quienes tenemos que ver las oportunidades, reconocerlas cuando están frente a nuestros ojos. Pero algo que he notado no nos permite distinguirlas… Es el temor. El temor es uno de los más grandes enemigos de las oportunidades. Detrás de cada oportunidad, hay temores que vencer.
Mira con ojos de oportunidad cada problema
Cuando el temor saturó a Israel por causa de Goliat, hubo un hombre que no vio el problema. No se detuvo por el precio que demandaba, sino que vio la tremenda oportunidad que Dios estaba poniendo en su camino. David vio la oportunidad frente a sí de darle gloria a Dios y casarse con la hija del rey de Israel. Y esa misma oportunidad estaba frente a todos los hombres de Israel pero el temor los paralizó. David venció el temor con fe y subió a otro nivel espiritual. Si no lo hubiera hecho, si no hubiera derrotado a Goliat, quizá su nombre hoy no estaría en la Biblia.
La fe nos lleva a avanzar decididamente y cruzar la puerta de la oportunidad. El temor nos paraliza en el lugar donde estamos o nos hace retroceder. Porque en lo espiritual, si no avanzamos… retrocedemos. El temor nos enceguece y nos estanca. A veces pensamos, ¡pero es lógico que alguien sienta temor en mi lugar, en mi situación! pero nosotros ya no nos debemos guiar por la lógica. El cristianismo es lo menos lógico que hay.
Lucas 6:27-28 NBV“27Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, 28bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan”.
Para entrar a otro nivel, tienes que derrotar el temor al fracaso, el temor al qué dirán, el temor a no dar la talla, el temor al futuro. Cada temor vencido es un peldaño que te conduce a la perfecta voluntad de Dios para tu vida.
Jacob, por ejemplo: Él era nada menos que una persona igual a ti. No era perfecto pero amaba las cosas del Señor y lo había demostrado. Sabía que había un propósito muy especial para su vida, así como tú lo sabes. Había tenido un encuentro personal con Dios y tenía hermosas promesas de Suyas para su vida y su descendencia, como tú las tienes. Había hecho de Dios su sustentador. Algunos problemas y tribulaciones tuvo pero a pesar de ello, en su caminar con Dios, Jacob se había multiplicado y enriquecido. Había visto a Dios obrar en su vida, como lo has visto tú. Pero un día le llegó su turno como a ti y Dios lo quería llevar a otro nivel. A un nivel tal, que él jamás había imaginado siquiera. A un nivel que nunca alcanzó su padre Isaac. De él se levantaría una nación, la más fabulosa nación de todos los tiempos. Una nación que afectaría a todas las demás naciones por la eternidad. Una nación de la cual nacería el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.
Génesis 35:11 NBV “Después de esto Dios le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso. Vas a tener muchos hijos, y tus descendientes serán muy numerosos. Haré de ti una gran nación, y muchos pueblos saldrán de ti. Además, entre descendientes habrá muchos reyes”.
Pero esta nación no podría nacer si antes Jacob no se enfrentaba a sus temores, cambiaba su naturaleza y echaba mano de la oportunidad que Dios ponía frente a sí. Él debía vencer el temor de volver a encontrarse con su hermano Esaú, a quien le había cambiado la primogenitura por un plato de lentejas.
Génesis 32:1-3 NBV“1Jacob y su familia reanudaron la marcha. Los ángeles de Dios le salieron al encuentro. 2Cuando él los vio, exclamó: ¡Aquí está el campamento de Dios! Por esta razón llamó aquel lugar Majanayin (dos campamentos). 3Jacob envió mensajeros a su hermano Esaú en Edom, que está en la tierra de Seír.
En cuanto Jacob, sintió la presencia de Dios. No necesitó que nadie le dijera nada, supo lo que tenía que hacer… y lo hizo. Había algo que arreglar en su vida. Jacob necesitaba enfrentarse a ese temor que lo había agobiado por años. Yo he orado por ti hoy para que la presencia de Dios sea tal, que tú sólo puedas reconocer cuál es ese temor que se está levantando en tu vida y decidas enfrentarlo.
Génesis 32:6-7 NBV“6Los mensajeros volvieron con la noticia de que Esaú estaba en camino para encontrarse con Jacob, ¡con cuatrocientos hombres! 7El temor y la angustia se apoderaron de Jacob. Dividió la familia, los rebaños, las reses y los camellos en dos grupos”.
El temor inmediatamente hizo que Jacob se dividiera en dos campamentos. El temor, la angustia y la preocupación nos dividen. En la Biblia, la angustia y la preocupación se traduce “doble ánimo”. Uno está entre dos pensamientos. Jacob por un lado quería ver a su hermano pero por otro lado, le temía a ese encuentro. El temor y la angustia nos ponen negativos y nos hacen ver fantasmas donde no los hay. La fe y el temor no pueden cohabitar. Cuando el temor entra… la fe sale. Cuando la fe entra… el temor sale.
Génesis 32:8 NBV “… porque se dijo: Si Esaú ataca un grupo, el otro podrá escapar”.
Quizá tú estás como Jacob, entre dos pensamientos. Por un lado, él quería reunirse con su hermano pero por otro lado tenía temor de él. Tú también quizá anhelas hacer la voluntad de Dios pero estás entre dos pensamientos. ¿Y si fracaso y no doy la talla? ¿Y si no gano nada y pierdo todo lo que he conseguido hasta ahora? ¿Y si no me acostumbro o no se acostumbra mi familia? ¿Después qué, regreso derrotado? ¿Y si soy ya muy viejo?
Jacob le temía a los 400 que estaban con Esaú. Asimismo, el diablo puede presentarte 400 interrogantes antes de dar un paso de fe. Es como si quisiéramos que todas nuestras dudas fueran absueltas antes de movernos. Poco falta que le pidamos a Dios que nos muestre el futuro antes de dar un paso. Si así lo hiciera Dios, ¿necesitaríamos acaso fe? ¿Esta se haría evidente? No. Y sin fe es imposible agradar a Dios. Siempre el temeroso se quiere adelantar a los hechos. ¿Cómo enfrentó sus temores? Pues nada menos que orando y recordando la Palabra que Dios nos ha dado. Parándose en sus promesas. Si hoy tú quieres subir a otro nivel, si quieres tomar la oportunidad que se te presenta confía en la Palabra que Dios te ha dado.
Génesis 32:9-12 NBV “9Entonces Jacob oró: «SEÑOR, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, tú me dijiste que regresara a la tierra de mis padres y que estarías conmigo para que me fuera bien. 10Mira, no soy digno de recibir la más pequeña de las misericordias que me has mostrado una y otra vez, conforme a tu promesa. Cuando salí de mi hogar y crucé el río Jordán, la única posesión que tenía era mi bastón; pero ahora necesito dos campamentos para guardar todo lo que tengo. 11¡Te suplico que me libres del furor de mi hermano Esaú! Tengo miedo, un miedo terrible de que él venga a matarme, y mate también a estas mujeres y a sus hijos. 12Recuerda que tú prometiste que me harías bien y que multiplicarías mis descendientes hasta que llegaran a ser como la arena del mar, de modo que no podrían ser contados».
Es curioso pero si se fijan, Dios le dijo a Jacob exactamente lo opuesto que a su abuelo Abraham, al que le había dicho: “Sal de tu tierra y de tu parentela y te bendeciré” Para Abraham la Palabra que Dios le había dado había sido que sería bendecido y a Jacob, en cambio, la bendición le vendría por volver a su tierra y a su parentela. Como vemos la tierra y la parentela no determinan nuestra bendición sino nuestra obediencia a Dios. ¿Qué te está diciendo Dios a ti? La enseñanza que nos deja esto es saber a quién estamos obedeciendo cuando hacemos lo que hacemos. En el Reino de Dios todo se hace en obediencia, porque la obediencia es la más grande manifestación de amor. Jesús dijo “Si me amas, guarda mis mandamientos.” En otras palabras: Si me amas, obedéceme. No podemos decirle a Dios:“Te amo Señor, pero…no cuentes conmigo esta vez” “Te amo, pero…no puedo hacer lo que me pides”. El “Pero” es el “Delete” de Dios. Borra todo lo que has hablado antes. También entiendo con este pasaje que una era la oportunidad de Abraham y otra la de Jacob. Tu oportunidad no es la mía. El mismo Dios que no quiso que alguien permaneciera en un lugar, puede querer llevarte allí a ti. Por eso, nunca te compares ni busques estadísticas. Dios hace cosas inéditas.
Las personas siempre estamos mendigando aceptación de los hombres. Jacob al buscar a su hermano Esaú estaba haciendo algo que a Dios le agradaba. Estaba haciendo su parte y Dios ve nuestros corazones y lo que le importa al Señor es nuestra motivación, nuestra actitud. Si hacemos lo que a Dios le agrada, Él va con nosotros, nos respalda, nos protege. Hay personas aquí que están paralizadas por el temor a ser desaprobadas por el hombre. Si Dios te desaprueba, ¿qué importa que el hombre te apruebe? Y si Dios te aprueba, ¿qué importa que el hombre te desapruebe? Cuando buscamos desesperadamente la aprobación del hombre, por más que hagamos, siempre nos queda la duda. Como dijo Jacob: “Quizá le seré acepto”.
Su perfecto amor echa fuera nuestros temores (1 Juan 4:18). Él sabe cómo quebrantarnos, como lo hizo con Jacob al tocar su cadera. Él en ese momento cambió su naturaleza. ¿Sabes que cada nuevo desafío ha sido diseñado para cambiar nuestra naturaleza, para llevarnos un paso más allá? Recuerda que nuestra meta es “crecer a la medida de la estatura de Cristo”.Y eso requiere un tremendo cambio de naturaleza. Jacob murió ese día… y nació Israel. Dos mil años después ese nuevo nombre “Israel” está en boca de todo el mundo y lo seguirá estando. Su nuevo nombre dio origen a una nación diferente a todas las naciones. Yo siento que hay personas aquí a quienes Dios quiere llevar a otro nivel y Dios las ha traído hoy aquí para quebrantar sus vidas, para cambiar su naturaleza.
El temor de Jacob no tenía razón de ser: “Esaú, al verlo, corrió a su encuentro, lo abrazó afectuosamente y lo besó; y ambos se pusieron a llorar” (Génesis 33:4 NBV). No sucedió nada de lo que Jacob temía. Cuando enfrentamos nuestros temores… estos se desvanecen y nos sentimos tontos por haber temido.Después de todo, detrás de cada temor está el diablo y él es padre de toda mentira. Los temores son sólo amenazas del diablo a las cuales has creído. Hoy vas a renunciar a ellas y vas a ser libre. ¿Quién dice Amén?
Si tememos, estamos dudando de Dios
Cuando Él te envía a hacer algo, Él mismo te habilita, te capacita y te provee. La Palabra misma dice que Efesios 2:10 NBV “Somos creación de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios de antemano ya había planeado”.Si Dios ya la preparó, porqué te preocupas tanto. Confía y dile como Isaías: “Heme aquí, Dios”. Dile como Jesús en el Huerto: “Que no se haga mi voluntad, Señor, sino la tuya”. Que no pierda mi oportunidad, que aproveche mi turno, que éste me coloque en el centro de Tu voluntad. Porque tu voluntad es buena, es agradable y es perfecta. Jacob se angustió, se preocupó, luchó con Dios y lo que Dios tenía por delante para él era maravilloso. La reconciliación con su hermano y el dar nombre a la nación más singular del mundo. De él saldrían las doce tribus de Israel.
Sólo Dios sabe los planes que tiene para ti. Y tú nunca los conocerás si no renuncias al temor. Si no te liberas de él. No esperes llegar al cielo para saber qué hubiera podido hacer Dios contigo si vencías tus temores y con fe te apropiabas de la oportunidad que se abre hoy frente a ti.
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