Salmo 32:1-5 NBV“1¡Qué felicidad la de aquellos cuya culpa ha sido perdonada! ¡Qué gozo hay cuando los pecados son borrados!2¡Qué alivio tienen los que han confesado sus pecados y a quienes el Señor ha borrado su registro de delincuencia y que viven en completa honestidad! Hubo un tiempo en que yo rehusaba reconocer lo pecador que era. Pero era yo débil y miserable y gemía todo el día. 4Día y noche su mano pesaba sobre mí. Mi fuerza se evaporaba como agua en día de sol. 5Pero un día reconocí ante ti todos mis pecados y no traté de ocultarlos más. Dije para mí: Se los voy a confesar al Señor. ¡Y tú me perdonaste! Toda mi culpa se esfumó”.
David en este salmo nos expresa la alegría tan grande que siente al haber recibido el perdón de Dios.
En primer lugar, el arrepentimiento no es lamentarse. De hecho, casi me atrevería a ir tan lejos como para decir que lamentarse es un sustituto de Satanás para el arrepentimiento. ¿Por qué? Debido a que el lamento parece ponernos en el camino correcto pero no nos lleva a la línea final de la meta. Miro mi pecado y sus consecuencias y me siento mal: “¡Soy un miserable, un miserable! ¡Metí la pata otra vez! ¡Oh, Señor, no volveré a hacerlo bien! ¿Cómo puedes tolerarme?”. ¿Lo ves? Lamentarse tiene que ver con mis propias fuerzas y mi propio bienestar. Soy yo, yo luchando por algo que he hecho para sentirme mejor.
El arrepentimiento, por otra parte, está centrado en Dios. No tiene nada que ver con mi autoestima o sentirme bien acerca de mi persona o la forma en que me trato a mí mismo. El arrepentimiento es volver a involucrarse en una relación correcta con el Dios Santo al que hemos ofendido. Es abrirle nuestro corazón a Dios y confesarnos con Él. Judas Iscariote es una ilustración de esto. Él se lamentó profundamente por haber traicionado a Jesús. Comprendió que había hecho mal e incluso trató de volver atrás y hacer las cosas bien. Cuando los sumos sacerdotes lanzaron de nuevo el asunto en su regazo, Judas se entregó a la desesperación y se ahorcó.
El arrepentimiento no puede terminar con la desesperación porque el arrepentimiento no es tristeza por haber violado una regla. ¡El arrepentimiento es dolor por haber roto el corazón de Jesús! Sospecho que Judas nunca pasó por un verdadero arrepentimiento porque, a pesar de haber vivido con Jesús por tres años, Judas Iscariote nunca lo amó y nunca entendió el amor completo de Dios.
El arrepentimiento trae alegría al corazón de Dios.
¿Qué hicieron aquellos que querían vivir felices con el perdón de Dios?
- Reconocieron su pecado y su tendencia a hacer lo malo.
- Se dieron cuenta que pecar era rebelarse contra Dios.
- Admitieron sus pecados ante Dios.
- Confiaron en que Dios estaba dispuesto a perdonar.
- Aceptaron el perdón de Dios.
Aquellos que se confiesan con Dios ya no tienen más secretos con el diablo y pueden vivir seguros, tranquilos, felices y sobre todo libres.
Salmo 32:7-8 NBV“7Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación.8El Señor dice: «Yo te instruiré y te guiaré por el mejor camino para tu vida; yo te aconsejaré y velaré por ti”.
Nuestro único escondite es la presencia de Dios, allí somos protegidos de dificultades, amados, y guiados a un mejor camino, un camino donde el mismo Dios vela por nosotros.
Salmo 32:11 NBV“¡Regocíjense en él, ustedes los justos, y griten de júbilo todos ustedes los de recto corazón!”.
Dios nos ha perdonado y ello es un motivo más para estar felices.
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