Salmo 36:7-9 NBV “¡Cuán precioso es tu constante amor, Dios! Toda la humanidad se refugia a la sombra de tus alas. 8Los alimentas con las delicias de tu mesa y les das a beber de tus ríos deleitosos. 9Porque tú eres la fuente de la vida; nuestra luz viene de tu luz”.
A Dios le gusta que nosotros tengamos sed por Él y que recurramos a Él para recibir todo lo que necesitamos pues como el amor de Dios no vamos a encontrar… Jamás encontraremos a alguien que nos ame más, nadie estaría dispuesto a dar su vida por nosotros, Él es la única fuente de nuestra vida (Isaías 55:1). Solo viviremos completamente satisfechos cuando estemos en Su casa, en Su presencia.
Cuando te sientas insatisfecho tienes que buscar a Dios porque es en Su río de bendiciones donde nuestra sed se apaga y tú y yo, como hijos de Dios, debemos estar sedientos por encontrarnos con Él cada día. La fuente de vida nos da una vívida imagen de agua fresca y purificadora que le da vida al sediento espiritual.
Salmo 42:1-2 NBV “1¡Así como el ciervo jadea anhelando el agua, te anhelo yo, Dios! 2Tengo sed de Dios, del Dios vivo. ¿Dónde hallarlo, para ir a estar en su presencia?”.
El ciervo tenía que sumergirse por completo en las corrientes de aguas para evitar la muerte y nosotros debemos sumergirnos en el río de Dios porque sino está nuestro espíritu pegado a Él, morimos. Desespérate por la presencia de Dios, quítate el traje de tu profesión y ponte el traje de un ciervo sediento por Dios. Reflexiona hoy: ¿En qué momento perdimos la sed por la presencia de Dios? Antes éramos de los que pasábamos las noches enteras comiéndonos la Biblia, no había que decirnos que ayunemos o que oremos. Éramos nosotros mismos los que nos programábamos a leer la Biblia en un año. ¿Por qué? Estábamos sedientos por Dios y no estábamos conformes, sino que queríamos más y más.
Salmo 65:9 NBV “Porque él tiene en sus manos nuestra vida, él evita que nuestros pies resbalen”.
El río de Dios está lleno de su unción, está lleno de amor, lleno de Su sanidad… El río de Dios es el que suple tu necesidad de vida. Aun en el desierto más seco, aun después de una caída, si tú te acercas al río de Dios con sed, REVERDECERÁS.
Job 14:7-9 NBV “7Porque para el árbol hay esperanza: si lo cortan, retoña y produce nuevas ramas tiernas. 8,9Aunque sus raíces envejezcan en la tierra y su tronco degenere, puede revivir y echar renuevos al contacto del agua, como planta de vivero”.
Te vuelves como la Rosa de Sarón aun si está casi muerta pero al percibir el agua, se vuelve a levantar y tiene la capacidad de convertirse en un rosal. Por mucho tiempo, éramos de los que creíamos que estábamos vivos pero había algo que había muerto, no crecíamos en nuestro amor por la presencia de Dios. Más ahora cuando vengan las aguas de Su presencia sobre ti, volverás a la vida. Hoy tienes que decidir sumergirte en ese río y convertirte en un sediento por la presencia de Dios.
Oremos: Hoy soy como una planta sedienta por tu presencia. Tú eres mi amado y hoy quiero acercarme a tu manantial. Nadie me entiende como tú, nadie me satisface como tú, Señor.
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