Salmo 54: 1-7 NBV “1¡Ven con gran poder, Dios; y sálvame! ¡Defiéndeme con tu potencia! 2¡Escucha mi oración! Presta atención a mi súplica. 3Porque gente desconocida me está atacando; hombres violentos tratan de matarme; hombres a quienes Dios no les importa. 4Pero Dios es mi auxilio. El SEÑOR es quien me sostiene vivo. 5Él hará que las maldades de mis enemigos se vuelvan contra ellos mismos. Haz como lo prometiste y acaba con estos malvados. 6Te presentaré una ofrenda voluntaria y alabaré, SEÑOR, tu buen nombre. 7Dios me ha rescatado de toda mi tribulación, y me ha ayudado a triunfar sobre mis enemigos”.
David no temía presentarse ante Dios y expresarle sus sentimientos y necesidades. De igual manera, nosotros no debemos sentirnos cortos, no debemos avergonzarnos… tenemos la oportunidad cada día de acercarnos a la misericordia de Dios y experimentar Su amor, Sus cuidados y Su ternura.
Cuando menos ganas tenemos de acercarnos a Él, es cuanto más tenemos que acercarnos… quien se acerca a Él, Él no le echa fuera. Si nosotros nos acercamos a Dios, Él se acerca a nosotros pero hay algo que debemos hacer y es dar el primer paso para entablar una relación estrecha con Él.
Cuando nos acercamos a Dios hay una transferencia, llegamos desanimados y salimos animados, llegamos cargados y salimos descansados, llegamos atados y salimos libres, vamos con miedo y salimos con fe, vamos con una necesidad y es suplida en Su presencia.
A veces, nosotros pensamos en nuestra mente: “Esto se terminó”, Dios se olvidó de mí pero cuando todo parece imposible y todo nos grita “No hay manera”. Que Dios no aparezca en la escena, no significa que no esté mirando todo desde Su trono.
¿Sabes qué es lo que a Dios le importa? No es lo mucho que oramos, ni lo alto, ni lo bonito, ni la elocuencia con que lo hacemos, tampoco todo lo que sabemos sino la sinceridad de nuestro corazón, la fidelidad de nuestra fe es la que oye Él.
Nuestra oración debe ser sincera, de corazón, con confianza, diciéndole: “¡Escucha, Dios mi oración, préstame atención, te necesito!”. Cuando lo hacemos así, Dios nos responde, viene en nuestra ayuda, sabe que lo necesitamos y que no hay quien cuide mejor de nosotros que Él.
La palabra griega para Ayudador es Parakletos y describe a uno que viene al lado de otros para ser su defensor, su abogado, su intercesor y su consejero.
Cada vez que salimos de casa recordemos que el Ayudador camina con nosotros. Es por eso que, nos mantenemos con vida, es porque eso que los planes de los malvados quedan en nada, Dios nos libra, Dios nos ayuda a triunfar, Él está con nosotros siempre. Jesús nos dijo… “Nunca te dejaré, nunca te abandonaré, siempre te sustentaré”. Gracias Dios porque cuando quiere venir la desesperación, corro a ti en oración y recuerdo que ¡Tú eres mi Ayudador!
Leave A Reply