El mundo quiere amoldarte y privarte del tiempo que deseas pasar con Dios pero enfócate en este momento para poder escuchar Su voz. ¿Sabían que desde Malaquías hasta el nuevo testamento hubo 400 años de silencio? Yo no quiero que Dios se quede callado conmigo.
La palabra “voz” es una manera de comunicación. Voz no solo es ruido, son señas, letreros, la misma palabra escrita, puede ser a través de gestos, todo eso es voz porque nos expresa una voluntad.
Jeremías 38:20 NBV “Jeremías respondió: —Basta con que obedezcas al SEÑOR y no caerás en manos de ellos; tu vida será respetada y todo te saldrá bien”.
Dios nos dice hoy: Escucha mi voz por sobre las voces que tratarán de distraerte, con los oídos saturados por los ruidos y mil voces diferentes. Sabemos cuán difícil es distinguir una voz entre las otras pero cada timbre de voz es único, al igual que las huellas dactilares o el ADN que son verdaderas firmas de la persona. Eso es lo que nos permite reconocer la voz de quienes conocemos o amamos: nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestros padres, y nuestros amigos…
Juan 10:27 NBV “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”.
La voz de Jesús es una voz a la que debemos seguir. Es la voz que tranquiliza al que tiene temor o dudas, que anima y consuela en medio de la prueba y el dolor. Esa es la voz que escuchamos cuando hacemos callar el resto de las voces. Recordemos la voz que los discípulos reconocieron en medio de la tempestad, cuando Jesús les dijo: “¡Tened ánimo; yo soy, no teman!” (Marcos 6:50 NBV).
Esa es la voz del Pastor que guía a sus ovejas, las protege y también las reprende. Hoy en día, para oírla, nos basta con leer la Biblia, la Palabra de Dios. Nos podemos volver duros, que nada nos anima pero Dios nos dice que si oímos su voz, no endurezcamos nuestro corazón (Hebreos 3:7). A veces, no queremos que Dios nos hable, que nos revele su voluntad porque sabemos que estamos haciendo mal. Es como cuando nuestros padres nos llaman por nuestro nombre “Claudia Wenddy”… Tú puedes estar en una reunión llena de voces pero sólo una es la voz de tus padres, a esa voz si respondes. Nos paramos firmes y vamos al encuentro. Podemos habernos perdido en un súper mercado y en un lugar donde todos los niños gritan mamá, la mamá sabe que su hijo escuchará su voz y será guiado hacía ella.
Dios te ha creado con dos oídos y una sola boca porque quiere que lo escuches más de lo que hablas. Desde Génesis hasta Apocalipsis podemos ver que Él siempre buscó tener comunicación con nosotros. Él conversaba con Adán al empezar el día y desea hacerlo también con nosotros. El que creó la boca, ¿no hablará? Dios ha ofrecido respondernos (Jeremías 33:3).
Debemos disponernos a escuchar a Dios y decirle: “Háblame, perdóname por antes ignorarte pero ahora si quiero conocerte Espíritu Santo, destapa mis oídos espirituales para escuchar sólo tu voz”.
¿Cómo sabremos si es Dios quién nos habla? (Romanos 10:17). La voz de Dios nunca contradecirá su Palabra y producirá FE nosotros. Si la voz nos produce angustia, nos aplasta o nos condena, no es de Dios. La voz de Dios no nos dejará confundidos o perturbados. Dios es un Dios de paz y nos habla con voz suave y apacible. No pienses que Dios estará de mal humor y nos dejará colgados.
Salmo 91:15 NBV “Cuando me llame, yo responderé; estaré con él en la angustia, lo libraré y lo honraré”.
Su voz es la que nos despierta cada mañana para escucharlo. Si quieres escuchar a Dios tienes que anhelarlo con todo tu corazón. Digámosle “Dios hazme oír tu voz”
Cuando nuestro día comienza de rodillas es fácil permanecer de pie durante el. Busquémosle de corazón.
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