¿Quién no ha querido esconderse y borrarse de la tierra por unos días? No queremos ser alcanzados por los problemas, por las deudas, por los gritos, queremos paz…
¿Cuántas veces solo quisiéramos escondernos en Su cielo? Es allí donde nadie nos encuentra, donde podemos sentirnos verdaderamente sostenidos por Dios. Han sido muchos golpes fuertes este año y a veces, sentimos caer en un hueco profundo y pensamos que nunca saldremos de esto pero es allí cuando debemos recordar las promesas de Dios.
“¡Dios mío, yo te amo porque tú me das fuerzas! Tú eres para mí la roca que me da refugio; ¡tú me cuidas y me libras! Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite! Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo, ¡mi oración llegó hasta sus oídos! Se enfrentaron a mí en el peor momento, pero tu me apoyaste. Me diste libertad, ¡me libraste porque me amas! Dios mío, tú alumbras mi vida, tú iluminas mi oscuridad. Con tu ayuda venceré al enemigo y podré conquistar sus ciudades. Tus enseñanzas son perfectas, tu palabra no tiene defectos. Tu proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti. Dios de Israel, sólo tú eres Dios, ¡sólo tú puedes protegernos! ¡Sólo tú me llenas de valor y me guías por el buen camino!” Salmos 18:1-50
Vivimos probablemente en la generación con el más fuerte sentido de derecho e individualismo. Diariamente necesitamos recordar que debemos dar gracias por aquellas cosas que en su momento fueron esperanzas y suspiros y que se han vuelto realidades.
Así que, no es que seas suertudo ni que te salvaste porque tienes siete vidas cual gato sino que Dios te cuida y Él ha estado contigo hoy y siempre. ¡Él te sostiene cuando todo el mundo se cae en pedazos! Él siempre está listo para rescatarte cual bombero cuando te quemas, como un doctor cuando estás enfermo, como un amigo verdadero cuando quieres llorar, como tu superhéroe cuando necesitas ser rescatado, como tu abogado cuando pides justicia, como tu Padre cuando necesitas un abrazo… Quizá no lo viste Dios te sostuvo y te llevó a un lugar seguro, fue tu sostén cuando pensaste que las fuerzas no te alcanzarían, te sostuvo cuando quisiste huir y aún te sostiene de la mano en este momento mientras me lees. Dios te quiere llevar a Su escondite seguro.
¿Dónde está ese lugar de mi seguridad? Podemos estar escondidos en Dios.
Cuando no sabes qué decisión tomar, ve a tu escondite de Dios. Es allí donde recibes la dirección correcta… Tienes que hablarle a gente, ve a tu escondite con Dios y escucha primero lo que Dios quiere decirles, luego ve y díselos.
Su presencia… Es allí donde podemos estar “a salvo”. Así que, la próxima vez que sientas que olas se levantan contra ti, que voces gritan acusándote… Escóndete en Dios, búscalo, da tú el primer paso para esconderte… Mientras, yo voy a empezar a contar 1, 2, 3, 4…10 y tú debes correr a tu escondite con Dios.
¿Quieres saber algo más? Dios tiene la capacidad de convertir la cueva más oscura, el escondite más profundo en un Fuerte donde Su presencia nos vitaliza y nos transforma.
Vamos, ora conmigo y lo que queda del año vive refugiado en Dios y no lo olvides, existe un muro de protección que te sostiene para que puedas vivir confiado.
Leave A Reply