“¡Oh Dios, bendícenos por tu misericordia! ¡Que resplandezca tu rostro cuando nos miras desde lo alto!” Salmos 67:1 NBV
Todo el mundo habla sobre el amor. ¿Pero, dónde están todas las personas que aman? El amor de Dios es incondicional y siempre está disponible. Él te extiende su amor y quiere que lo recibas y que seas bendecido. Después quiere que tú se lo des a otros.
Lo que el mundo necesita hoy es amor, amor verdadero. He descubierto que las personas heridas y solitarias a menudo no esperan que suplas sus necesidades… simplemente quieren que las ames y las comprendas.
Si necesitas amor verdadero, recíbelo de Dios en este instante, Él te mira con amor, no te juzga, no te condena. Luego deja que fluya a través de ti para bendecir a otros.
Con demasiada frecuencia juzgamos a las personas sin conocer sus historias. No hemos estado en su lugar ni sabemos las luchas que han atravesado. No sabemos cómo fueron criados, ni conocemos los desafíos que afrontan. Lo único que sabemos es: “Seguramente es poco amigable” “Viste raro” o “Tiene cada de puñete”
Lo cierto es que las personas son como son debido a una razón. Si tomásemos el tiempo para conocerlas, seríamos mucho más perdonadores. Si entendiésemos las batallas que están luchando, el dolor que han soportado, las personas que les han ofendido, les concederíamos mucha más misericordia.
No deberíamos ser críticos de la gente, porque tú y yo no sabemos lo que sucede entre bambalinas; no conocemos el estrés bajo el que alguien está.
Por demasiado tiempo hemos visto a la gente con ojos de juicio. Mi desafío es que comencemos a ver a la gente con ojos de amor. Los mismos ojos de amor del que nos habla este salmo. Los mismos ojos de amor con los que nos mira Dios a nosotros.
En lugar de ser crítico y descartar a los demás, toma tiempo para llegar a conocerlos. Descubre cuál es su situación.
Nunca olvidaré a una niña que siempre me encontraba en la enfermería del colegio, le preguntaba por qué estás aquí: me decía me duele mi cabeza, nunca olvidaré lo sincera que fue. Se abrió conmigo, y me dijo que procedía de un hogar muy disfuncional. Tenía mucho dolor, mucha inseguridad, cuando entendí de dónde provenía, la vi bajo una luz totalmente distinta. Y es que cuando entiendes las historias de las personas, es muy fácil entender su conducta externa. Tu perspectiva cambia.
Muchas veces juzgamos a la gente basándonos en nuestro propio trasfondo y en las experiencias que nosotros hemos tenido. Si somos fueres en un área en la que alguien es débil, es fácil pensar: Yo nunca haría eso. Yo nunca sería tan desagradable. Cuando en realidad no sabemos lo que habríamos hecho si hubiésemos estado en esa situación.
Este mundo está lleno de personas que necesitan ser comprendidas. No sabemos lo que otros están atravesando. Puede que sean diferentes y tengan complejos y hagan cosas que nosotros no haríamos, pero eso está bien. Dales un poco de espacio.
Asegúrate de ver a las personas con ojos de amor, y no con ojos de juicio. Toma interés en ese amigo que sientes desalentado. Descubre qué sucede con el familiar que no quiere ir al médico. Tú puedes ser un catalizador del cambio. Si ves a las personas con ojos de amor y nos las juzgas, vivirás como un sanador, restaurando a los caídos, secando las lágrimas de los quebrantados.
Te aseguro que Dios desde el cielo te mirará con alegría y te mostrará su amor.
Leave A Reply