Hay situaciones de la vida que nos llevan a pensar: ¿hasta cuándo, Dios? ¿Cuánto más tengo que esperar? Parece que así se sentía el autor de Salmos 119 cuando escribió: “La vida se me escapa, la vista se me nubla, esperando que cumplas tu promesa de venir a salvarme, pues yo confío en tu palabra” Salmos 119:81 TLA
¿Si algo te angustia? ¡Acude a la fuente de esperanza! Cuando las circunstancias que vivimos nos empujan al desaliento, tenemos que escoger dónde poner nuestra esperanza.
Clare Booth Luce dice: “No hay situaciones sin esperanza, sino hombres que han perdido la esperanza ante la situación”
Este hombre estaba en el banco de la paciencia, su vida detenida. ¡Tan parecido a nuestras vidas ahora mismo ante una pandemia! No obstante, estaba seguro de que la palabra de Dios es eterna, que va más allá del día de hoy y, sobre todo, comprendió que la Palabra de Dios nos sostiene y nos da vida. Pero no es una fórmula mágica. No se logra nada con dejar la Biblia abierta sobre la mesa de noche o simples declaraciones de todo lo puedo en Cristo.
v.93 “Jamás me olvido de tu palabra, pues ella me da vida”
Para que la Palabra de Dios se convierta en nuestra fuente de esperanza es necesario conocerla, aprenderla, atesorarla y, sobre todo, pedirle al Espíritu Santo que abra nuestros ojos a su verdad, tal y como indica el v.18 “¡Ayúdame a entender tus enseñanzas maravillosas!”
Tal vez hoy te sientes como este salmista, ¿hasta cuándo, Señor; cuándo terminará esta situación? Esa pregunta una y otra vez regresa a tu mente. No tengo respuesta, pero hay algo que sí puedo decirte con certeza: haz de la Palabra de Dios tu esperanza.
v.114-116 “Pero a ti, Dios mío, te amo y quiero seguir tus enseñanzas. Tú me das refugio y protección; tus promesas me llenan de esperanza. Dame fuerza y seguiré con vida, tal como lo has prometido; ¡no defraudes mi confianza!”
Mientras la vida parezca estar en pausa, aférrate a la esperanza que se encierra entre Génesis y Apocalipsis porque todo lo demás de este mundo es pasajero, pero Dios y Su Palabra son eternos. Clic para tuitearLa Madre Teresa decía: “Sé que Dios no me va dar nada que no soportar . Solo desearía que no confiara tanto en mí.”
Es asombroso lo que podemos soportar cuando tenemos una razón para hacerlo.
La esperanza es algo interesante. Cuando realmente confiamos en Dios, tenemos algo que esperar; una especie de expectativa divina en cuanto al lugar hacia el cual él nos lleva. También tenemos una seguridad en la cual podemos descansar, con la certeza de que, por malas que parezcan estar las cosas, Él sigue teniendo el control de todo y está de nuestra parte.
Ahora bien, con tiempo, con paciencia, con enfoque, comenzamos a ver las cosas de una manera diferente. Unas de esas cosas más importantes es una fe más fuerte, nacida de un amor más profundo por Dios.
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