“Dios mío, tú siempre cumples tus promesas y todo lo haces con amor. Siempre estás cerca de los que te llaman con sinceridad. Tú atiendes los ruegos de los que te honran; les das lo que necesitan y los pones a salvo. Siempre estás pendiente de todos los que te aman, pero destruyes a los malvados.” Salmos 145:17-20 TLA
A todos sin excepción se nos ha dado una medida de fe, y es a través de esa medida de fe que podemos ver las promesas de Dios en nuestras vidas. Tienes que darle voz a tu fe. Tenemos que creer que lo que Dios nos dijo se cumplirá. Cada mañana cuando te levantes, agradécele a Dios que sus promesas se cumplen en tu vida. ¿Aunque no las veas? Si, agradece.
Las promesas empiezan como semillas. No suceden de la noche a la mañana. Siempre involucrean un período de espera. Al momento desde que oramos hasta el tiempo en que vemos el cumplimento, se la llama “la prueba de nuestra fe”. Es allí cuando mucha gente se desanima y se rinde. Empieza a creer los pensamientos negativos: nunca sucederá, está tardando demasiado, ya me hice vieja. Ahora bien, esa semilla está inactiva, pero todavía vive. Todavía tiene potencial. Tienes que hacer tu parte y comenzar a regarla. ¿Cómo la riegas? Agradeciendo anticipadamente, creyendo en Dios a pesar de no tener respuesta, no olvidando quién te hizo la promesa ¡Él nunca miente!
Tienes que agradecer a Dios que la respuesta ¡está en camino!
Hoy, sin importar lo que estés enfrentando, Dios es más grande que todo ello. Él tiene la respuesta y está trabajando por tu bien, tras bambalinas. A lo largo del día di: “Dios, gracias porque todo lo que toco prospera y triunfa. Gracias porque tu favor que me rodea como un escudo”.
A veces, mientras más creemos y más oramos, menos probable parece. Es fácil aceptar y dejar morir la semilla antes de que germine. No importa cuanto tiempo haya pasado, no pierdas la fe. Tu momento está por llegar. Dios siempre lleva las cuentas. Él ve cada semilla que has sembrado en tu vida. Lo que sembraste, recogerás. No des por perdida esa promesa. ¡Sigue creyendo!
¿Amas a Dios? ¡Él siempre está pendiente de ti! No se olvida, no te deja. Deja de hablar constantemente sobre la situación por la que estás pasando. ¡Decide pasarla ya! No aceptes tu situación presente, temporal, como tu condición permanente. Toma la resolución de continuar con tu vida y de cumplir con tu propósito divino a pesar de tus circunstancias actuales.
Dios quiere que cada uno de nosotros supere cualesquiera que sean las situaciones que enfrentemos. No debemos ser movidos por lo que vemos sino por lo que no vemos. Camina por fe, aunque no veas. Si crees en sus promesas, y las haces tuyas, comenzarás a ver que tus circunstancias se alinean con la Palabra y la voluntad de Dios; tal vez no inmediatamente, pero al fin sucederá.
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