Desde pequeñitos, cuando algo nos asustaba nos pegábamos a las faldas de mamá o corríamos a los brazos fuertes y poderosos de papá. Sencillamente éramos conscientes que por ser pequeños necesitábamos que alguien nos defendiera. Algunos no tuvimos quién lo hiciera. De repente papá estaba ausente o muerto, nos crió una abuelita que era débil por ser mujer o por su edad y eso nos creó como un vacío en el corazón y nos hizo pensar que, si nosotros no nos defendíamos, nadie lo haría.
A medida que crecimos cuando alguien nos atacaba verbalmente o si nos acusaban, nosotros necesitábamos que alguna persona amiga, un compañero de trabajo o un familiar nos defendiera porque qué rico es cuando alguien saca la cara por ti y te defiende. Extraña es la persona que siente que no necesita que alguien lo defienda alguna vez. Cuando no hemos tenido papá ni hermanos mayores o cuando mamá no tenía mucho carácter, alguien nos hacía algo y nos quedábamos golpeados o insultados y hasta humillados.
La sensación de no tener quién nos defienda produce un sentimiento de desamparo, de orfandad… así tengamos papás vivos. Existe lo que se llama “papá fantasma”: Está ahí pero es como si no estuviera porque si le contamos que alguien nos quiere agredir, simplemente te resondraba o encima te pegaba. En la serie “El Chapulín Colorado”, la gente exclama: “¿Y ahora quién podrá defendernos?”. Y a veces, miramos alrededor y no vemos a nadie, entonces ahí entendemos que tenemos que elevar la vista.
Salmo 121: 1-8 TLA “Dirijo la mirada a las montañas; ¿de dónde vendrá mi ayuda?
2 Mi ayuda viene de Dios, creador del cielo y de la tierra.
3 Dios jamás permitirá que sufras daño alguno.
Dios te cuida y nunca duerme.
4 ¡Dios cuida de Israel, y nunca duerme!
5 Dios te cuida y te protege; Dios está siempre a tu lado.
6 Durante el día, el sol no te quemará; durante la noche, no te dañará la luna.
7 Dios te protegerá y te pondrá a salvo de todos los peligros.
8 Dios te cuidará ahora y siempre por dondequiera que vayas.”
Y es que hay personas que buscan defenderse aprendiendo artes marciales, otras con amuletos, otras portan cuchillas, otras se sienten defendidas con su dinero, pero a la hora de la hora, esto no nos sirve de nada. Vivimos en un mundo lleno de violencia: asesinatos, crímenes, robos y eso nos crea zozobra, pero tenemos que poner nuestros ojos en Dios, Él es nuestra defensa.
A veces queremos dárnoslas de wonder woman o de Superman, y alucinar que podemos tratar con el problema nosotros y auto defendernos a nuestra manera. Muchas veces nos defendemos atacando, otras argumentando, otras buscando pruebas, y testigos, pero Dios ha visto todo. Nada se la pasa jamás. Dios no se distrae, no está ocupado, pero cuando buscamos que las personas nos defiendan, que no digo que no lo hagan, Él ya no interviene. Y es que Él espera que lo llamemos, que lo invoquemos. Dios es un caballero y respeta nuestro libre albedrío. Por eso, como el salmista hay que pedirle Su protección.
Salmos 35:1-3 TLA “Dios mío, ataca a los que me atacan, combate a los que me combaten. Prepárate para la lucha y ven en mi ayuda. ¡Preséntales batalla a los que me persiguen! ¡Prométeme que me salvarás!”
¿De qué nos defiende Dios?
Del enemigo: Ese enemigo anda como león rugiente buscando a quien devorar. Es una cucaracha que anda como león. No dice que es león. Yo solo conozco al León de Judá. Él pone en el enemigo temor de nosotros. En vez de tenerle nosotros temor, él debería temernos a nosotros. No porque nosotros tengamos fuerza o poder, sino porque el Dios Todopoderoso, pelea nuestras batallas.
De nosotros mismos: A veces, las emociones nos juegan malas pasadas. A veces, somos nuestros peores enemigos porque somos auto destructivos. Dios, en esos casos, nos defiende también de nosotros mismos. Ahora, una forma de defendernos de nosotros es librándonos de la tentación.
De los demás: Nos defiende apartando personas de nuestro lado. Hay “amigos” que son piedras de tropiezo. Nos dan malos consejos contrarios a la Biblia, nos manipulan, nos utilizan y son hipócritas.
Muchas veces nos sentimos atropellados cuando tenemos la certeza de que estamos siendo rectos y justos ante los ojos de los hombres y de Dios. Sin embargo, el enemigo usa personas incluso muy cercanas para hacerte sentir abandonado de la misericordia de Dios. Por ello, en momentos de intenso dolor y rabia por las actitudes de personas que amamos o las que son distantes en nuestros afectos debemos tener claro, que, si vivimos con los pies en la tierra y el corazón en el cielo haciendo la voluntad de Dios, no tendremos porqué temer a nada. No dejemos ensuciar nuestro corazón de amargura, no nos dejemos afectar por palabras necias y mal intencionadas.
Salmos 34:7 TLA “Dios envía a su ángel para que salve del peligro a todos los que lo honran.”
¡Él te defiende! Pobre del que se mete contigo porque Dios es tu defensor. Si Dios es por nosotros eso es suficiente.
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