Josué 6:1–4 TLA “El portón de la ciudad de Jericó se cerró y quedó bajo vigilancia para que no entraran los israelitas. Nadie podía entrar ni salir de la ciudad. Entonces Dios le dijo a Josué: Voy a poner en tus manos a Jericó, a su rey y a sus mejores soldados. Tú y tus soldados marcharán alrededor de la ciudad una vez al día, durante seis días. Delante del cofre del pacto irán siete sacerdotes, cada uno de ellos con una trompeta. El séptimo día todos marcharán siete veces alrededor de la ciudad, mientras los sacerdotes tocan sus trompetas.”
Actualmente, existen puertas en tu vida que están cerradas, pero Dios te dice que ¡esas paredes están por caerse y entrarás donde no era posible entrar! Las puertas que se encontraban cerradas por años comenzarán a abrirse.
¿Qué tienes que hacer? Confía y obedece las instrucciones de Dios porque Él ya arregló tu victoria, así como dispuso todo para que Su pueblo conquistara Jericó. La instrucción que Josué recibió no era esgrimir las espadas y pelear. Eran indicaciones un poco extrañas para alguien que esperaba luchar por la Tierra Prometida, ya que rodear la ciudad y tocar las trompetas durante siete días no era precisamente la idea de una batalla.
¿Qué hicieron ellos? ¡Obedecieron! Si quieres que Dios asegure tu victoria, ¡OBEDÉCELE! Obedece a Dios día a día y verás que lograrás en un día lo que antes lograbas en siete.
A veces crees que tu esfuerzo no vale la pena, te cansas de esforzarte por lograr el bien, piensas que perdonar, amar y bendecir no da resultado, pero no desmayes… ¡Confía un día más! Clic para tuitearDios está convencido de tu victoria y tú también debes estar convencido. Con cada vuelta que los israelitas daban alrededor de Jericó, Dios seguramente decía: “Ya los veo casi convencidos, pero necesito plena certeza”. Al séptimo día, cuando les mandó a dar siete vueltas, seguro que dijo: “Ahora es el momento, nada los separa de la fe que deseaba ver en ellos. Es tiempo de que los muros caigan”.
Cuando sabemos que somos más que vencedores y que nada nos separará de Su amor, estamos dispuestos a seguir Sus instrucciones por extrañas que parezcan. Esa fe y obediencia es la que nos da la victoria.
Colosenses 4:2 TLA “Dediquen siempre tiempo a la oración, y den gracias a Dios”
No podemos avanzar si tenemos una mentalidad de temor, una mentalidad de culpa o una mentalidad escasa. Toda batalla la ganamos primero en la mente. Tienes que creer que lo obtendrás para tenerlo. Clic para tuitear Los gigantes se conquistan primero por dentro y después por fuera. David conquistó a Goliat en su mente antes de enfrentarse a él con su honda y cinco piedras. Josué por la mente de conquista que tenía, pudo con su oración parar el sol y detener el día. Tus decisiones dependerán de con qué tipo de pensamientos la enfrentes.
Tener carácter es mantenerse firme en medio de las pruebas y no traicionar los principios que uno se propuso. Los problemas desarrollan, en una persona moldeable, firmeza de carácter. Cuando uno tiene un carácter firme, no pierde la esperanza por más oscuro que se vea todo. Clic para tuitear
Si tienes un carácter firme, tus decisiones se mantendrán, pero si tu carácter es fluctuante, tus decisiones no durarán más que una brisa.
2 Corintios 4:8-9 TLA “8 Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. 9 La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen.”
En medio de las dificultades, aprendamos a diferenciar lo externo de lo interno. Claro que podríamos estar atribulados en todo, en apuros, perseguidos y derribados pero todo eso es externo, es lo que el mundo podría hacernos sentir. Sin embargo, nuestra fe en la victoria que ya tenemos provoca que, a pesar de todo eso negativo, no estemos angustiados ni desesperados, ni desamparados y mucho menos destruidos.
La angustia y la falta de paz interior, la desesperación de pensar que no podremos salir del problema y el desamparo de sentirnos abandonados nunca serán una realidad dentro de nuestro corazón, si afirmamos una y otra vez que nada puede destruirnos, aunque seamos derribados porque lo que vence al mundo es nuestra fe.
Si las circunstancias te han derribado, levántate victorioso porque en Dios nada puede destruirte. Esfuérzate en obedecerlo, en rodear los muros las veces que sea necesario para que Él haga Su parte y los milagros sucedan en tu vida.
Solo la fe puede darte el valor para hacer lo que Dios te mandará, porque los muros de Jericó cayeron por el poder de Dios, no por las vueltas que el pueblo dio. Fue la plena confianza en Dios lo que les dio la victoria. Haz lo que la Biblia dice y deja que Dios mueva Su mano.
“pero nosotros tenemos a Dios de nuestra parte, y él peleará por nosotros” ” 2 Crónicas 32:8 TLA
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