A veces pensamos que Dios no tiene una recompensa para nosotros, que tenemos que seguir esforzándonos y nunca cosecharemos nada pero Dios no es un Dios castigador, Él siempre nos da a cada uno lo que merecemos.
Hebreos 11:6 TLA “Porque a Dios no le gusta que no confiemos en él. Para ser amigos de Dios, hay que creer que él existe y que sabe premiar a los que buscan su amistad.”
Dios me dijo: ¿Crees en mí?
Yo respondí: “Claro que creo, Señor”.
“¿Me buscas diligentemente?”, continuó.
De nuevo respondí: “Si, Padre. Oro cada día”.
“Entonces, ¿qué tienes?”, “tu premio”.
Sé diligente en tu vida de oración. Aparta una tiempo cada día para orar y mantente fiel. Si tienes una gran confianza en Dios, recibirás lo que te mereces cada día. ¿Qué más necesita para recibir esas grandes recompensas? ¡Dar! Cuando tú le das a Dios, serás recompensado.
Romanos 11:35 TLA “¿Puede acaso alguien regalarle algo a Dios, para que él esté obligado a darle algo a cambio?»
Durante muchos años, he escuchado que es bíblico dar pero nunca mencionaron que la gente recibiría algo a cambio por su donativo. ¿Quién es el mejor pagador? ¡Es Dios! Siempre que demos, deberíamos esperar recibir algo de parte de Dios. Ningún empleado trabajaría para una compañía, dando cuarenta o más horas a la semana y luego esperar no recibir un salario.
Dios nos premia de muchas maneras, antes yo me molestaba porque mi mamá se la daba lo locura y limpiaba su closet y regalaba su ropa a personas que lo necesitaban. Yo le decía cómo vas a regalar eso que es tan bonito. Mi mamá me decía: “algún día lo entenderás”. Algún día alguien te regalará a ti cuando más lo necesites. ¿Y qué creen? Llegó el día, hubo un tiempo donde había para comprarse ropa nueva, pero recibíamos ropa de prima del extranjero de las mejores marcas, con un olor muy particular. Amaba todas cosas que recibíamos de regalo, y siempre recordaba, mi mamá regaló y ahora nosotras “sus hijas” estamos recibiendo. Es increíble como Dios nunca deja de darnos, nunca deja de sorprendernos, así he recibido justo lo que quería, el perfume que más me gustaba, porque Dios nunca nos deja debiendo, Él siempre encuentra motivos para recompensarnos. Clic para tuitear
Proverbios 11:31 TLA “Si aquí en la tierra los buenos reciben su recompensa, ¡con más razón reciben su merecido los malvados y los pecadores!” Clic para tuitearEn el Antiguo Testamento, Rut, una mujer moabita, pudo haber permitido que el conflicto y la amargura le vencieran. Pero en cambio, decidió seguir a Dios. Como respuesta, Dios que nos premia, la sostuvo y la bendijo.
Rut 2: 12 TLA “Que el Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te bendiga por ello”.
Tanto el esposo como el suegro de Rut habían muerto y su suegra Noemí había decidido regresar a Belén. ¿Qué iba a hacer Rut sola en Moab? Podía haberse amargado hacia su suegra, sus circunstancias e incluso con Dios, pero decidió no ofenderse. Ella sopesó sus alternativas y decidió que era más ventajoso confiar en Dios. Decidió ir con Noemí. Sin embargo, inmediatamente las dos mujeres sufrieron falta de alimentos. Era primavera en Belén, y la cosecha de cebada estaba comenzando. Rut buscó trabajo en los campos de un hombre rico de la familia de Elimelec llamado Booz, que era familiar de su difunto marido.
Rut 2:2 TLA “Pocos días después, Rut le dijo a Noemí: Déjame ir a recoger espigas. Seguramente los que cosechan en los campos me dejarán seguirlos para recoger las espigas que vayan quedando. Noemí le dijo: Anda, hija mía.”
Así, Rut fue a cosechar a un campo cuyo propietario, Booz, la observó y se enamoró de ella. Finalmente, Rut se casó con Booz y tuvieron un bebé, Obed, que se convertiría en el abuelo del rey David y antepasado de Jesucristo. Dios recompensó a Rut maravillosamente por su fidelidad con Él. Recuerda que siempre que te comprometes con Dios, llega después de un tiempo de prueba. Al principio, parecía que Rut y Noemí se iban a morir de hambre en Belén o en el mejor de los casos, se convertirían en mendigas de las calles. Pero Rut siguió confiando en Dios y en el tiempo exacto, ella recibió su premio. En vez de convertirse en mendiga, se convirtió en una de las mujeres más ricas de Belén y terminó sido parte del linaje de Jesucristo.
Colosenses 3:24 TLA “Porque ya saben que Dios les dará, en recompensa, parte de la herencia que ha prometido a su pueblo.”
Pídele a Dios tu premio, esa recompensa por haber ayudado a alguien cuando pasaba por necesidad, todos esos platos de comida que regalaste, no fueron en vano, tus hijos cosecharán de tu generosidad. Dios es un Dios generoso, hará que nada nos falte. A veces me acuesto pensando: ¿y ahora qué me regalará Dios? ¿Con qué me sorprenderá? ¡Él nunca olvida todo lo que tú haz hecho por otros!
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