Querido Paciente: Una de las batallas que todos tenemos que pelear es la batalla con el desánimo. No tenemos ganas de nada, si tu estás apático, sin motivación, necesitas esta vitamina A, de ánimo. Debemos saber que nuestros sueños no siempre se cumplen según nuestro calendario. Sino miremos nuestra agenda 2020 y todo lo que está en espera o por realizarse porque definitivamente hay cosas que no podemos controlar. Atravesamos desengaños y adversidades, y es fácil perder el entusiasmo, la felicidad, te ves al espejo y estás como dice la canción “flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones” en estos momentos es bueno subir la dosis con el mejor entrenador del universo “Jesús” Él nos puede alentar y animar a seguir adelante.
En 1 Samuel 30:6 nos relatan la historia de David “Los hombres estuvieron a punto de apedrear a David, pues le echaban la culpa de que los amalecitas se hubieran llevado a sus mujeres y a sus hijos. Sin embargo, David confiaba en que Dios podía ayudarlo, así que se animó”
Esto es lo que el rey David tuvo que hacer, según la Biblia. Él acababa de sufrir un importante revés; fue uno de los momentos más difíciles de su vida. Si ciudad había sido destruida, y su familia había sido secuestrada. Y entonces todos lo que trabajaban con él se volvieron en su contra. La situación se volvió imposible. David podría haberse rendido, sentirse derrotado y deprimido, tenía en su contra. ¿Qué hizo? Confiaba en Dios que podía ayudarlo, y eso le dio ánimo. Otras versiones de la Biblia dicen que se fortaleció.
Y es que el ánimo, el gozo de Dios es tu fortaleza. Cuando no pasa nada bueno, no pierdas el ánimo, sigue fortalecido en Dios, confiando. Cuando entendemos este principio, TODO CAMBIA. Este es uno de los secretos de David, su ánimo no dependía de su familia, ni de sus amigos, ni de sus colegas. David supo sacar el ánimo y la fortaleza desde el interior. ¿Cómo lo hacía? Comenzaba a revivir las victorias que Dios le había dado.
Algo que he aprendido es que otras personas por más que se esfuercen no pueden mantenernos animados. A veces, cuanto más necesitas aliento, aquellos con quienes cuentas para que te alienten no estarán ahí, desgraciadamente. Los demás no pueden mantenernos animados. Puede que nos den un empujón; puede que nos ayuden de vez en cuando. Pero si realmente quermeos vivir en victoria, ese animo y aliento tiene que provenir desde nuestro interior. Debemos aprender a alentarnos a nosotros mismos.
Cuando los tiempos se ponen difíciles y las cosas no salen como quereos. En esos momentos, puede que no tengas ganas de perseguir tus sueños. Puede que la mente te diga. No vale la pena. Nunca mejorará. Bien podrías conformarte donde estás. En lo profundo de tu espíritu tiene que haber una determinación, una fortaleza interna que te diga: me niego a conformarme donde estoy. Sé que Dios tiene una gran plan para mi vida, y sigo adelante para llegar a ser todo aquello para lo que Él me ha creado.
A medida que David revivía una y otra vez en su mente la bondad y la fidelidad de Dios, la fortaleza comenzaba a llenar su corazón. Pasó de estar deprimido a sentirse animado.
¿Sabías que nuestra alegría está directamente relacionada con las palabras que hablamos? Estas afectan nuestro estado de ánimo, nuestras decisiones y cómo nos sentimos. ¡Pueden marcar la diferencia en nuestra actitud, relaciones y el tipo de día que tendremos!
Pídele a Dios que aprendas a alentarte tú mismo, repasa su bondad en tu mente, y ponte los pompones de alegría para animarte a ti mismo, esa será tu fortaleza. Vitamina A, Ánimo para todo lo que te resta por delante.
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