El ojo humano es un órgano maravilloso. La mejor de las cámaras jamás se le podría comparar. Sin embargo, el ojo humano tiene sus limitaciones. Algunos peces, por ejemplo, por la ubicación de sus ojos, pueden ver hasta 360 grados; las personas en cambio, no. Los halcones descubren un conejo saltando entre la maleza 300 metros más abajo, cosa que nosotros no podemos hacer. Tampoco podemos ver en completa oscuridad, ni a través de objetos opacos. Ciertamente nuestra visión es limitada, pero es Dios quien ha fijado sus límites.
De los cinco sentidos, probablemente la vista es el más apreciado. Y es que, a través de la puerta del ojo, todo en este mundo entra a nuestra vida interior: los seres queridos, las montañas, los lugares, las flores y hasta la Biblia. No importa si nuestros ojos son rasgados, pequeños o muy juntos, porque en todos ellos cabe por igual una inmensa estrella, que una diminuta lágrima.
Y sean estos negros, verdes, marrones o azules, tienen la misma capacidad de deslumbrarse ante el amarillo del sol o el rojo de una flor. Claro que no usamos los ojos solo para ver. Ellos nos sirven para expresarnos. Saltan, en la alegría; se clavan fijos en la exasperación; brillan en el reconocimiento; parpadean en el desconcierto y se humedecen con ternura en el amor. Y si bien como seres humanos quisiéramos que nuestros ojos sean lo más hermosos posibles (y por ello nosotras las mujeres los maquillamos), los ojos no son simplemente algo para ser visto, sino son sobre todo “algo a través de lo cual mirar”. Porque es más importante ver con hermosura, que ser visto hermoso por los demás.
Lo que vemos, habla más de nuestra propia condición espiritual que de lo que está frente a nuestros ojos. Clic para tuitearJesús dijo“Los ojos son el reflejo de tu carácter. Así que, tu bondad o tu maldad se refleja en tu mirada” Mateo 6:22-23 TLA
Por ejemplo, si una anciana acude a una gran campaña como voluntaria, unos la verán ridícula, porque la pobre señora está más para que la atiendan a ella. Otros, la verán desatinada de su parte, porque lo que va a hacer es complicarle la vida a quienes tenga a su lado, pues tendrán que ayudarla. Para alguno, en cambio, el ver a esta señora resultará chocante, porque no la considerarán un buen testimonio. Por último, habrá quien lo vea como algo conmovedor y digno de admiración. Porque esa persona habrá tenido que amar mucho a Dios y vencerse a sí misma para llegar hasta allí para ayudar, a pesar de sus limitaciones. Como vemos, cuatro pares de ojos mirando lo mismo, pero viendo algo muy diferente.
Y es que lo que perciben nuestros ojos está estrechamente ligado a lo que está ocurriendo en nuestra alma. No en vano se dice que el ojo es el espejo de ella. Por eso también será que cuando sufrimos, es a través de los ojos que derramamos el dolor a manera de lágrimas, y eso nos desahoga. A lo mejor lo que hace Dios cuando lloramos, es tratar de limpiar o corregir la manera en que estamos viendo alguna situación.
Lo que vemos cuando miramos servirá para diagnosticar en nosotros alguna dolencia: Y es que tenemos que ver las cosas como lo hace Dios. La iglesia de Laodicea no tenía conciencia de su pobre condición espiritual. Se creía rica, próspera, fuerte y por el contrario era según Dios: “desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda.” El Espíritu Santo le dijo “Y ponte colirio en los ojos para que te los cure y recobres la vista.” Apocalípsis 3:8 NBV
Por ello para descartar algún problema ocular, veremos cuáles son las enfermedades más comunes que alteran nuestra visión espiritual.
La ceguera espiritual: Nos impide ver y entender las verdades espirituales. “Oirán, pero no entenderán; verán, pero no percibirán” Mateo 13:14 NBV
Cuando somos ciegos espiritualmente podemos leer la Biblia y no entendemos nada.
Jesús dijo:“Yo he venido a este mundo para juzgarlo. Para que los ciegos vean, y para que se queden ciegos los que ven” Juan 9:39 NBV Y es que Dios puede tomar los ojos ciegos del alma y sanarlos, no solo para ver nuestra desesperante necesidad de perdón, sino también para percibir el amor que Dios tiene por nosotros. Puede tomar la pupila de nuestra alma que ha sido inflamada con odio y venganza y lavarla con lágrimas de amor. El puede sanar el iris nublado por tu desesperanza y capacitarte para ver el plan perfecto que El ha preparado para tu vida. Clic para tuitear De pronto encontrarás que ya no miras igual. Que tus problemas no son tan grandes, como tu Dios.
La miopía espiritual: En lo natural la miopía es la incapacidad de ver bien de lejos. Uno ve muy claramente lo que tiene cerca, pero de manera confusa lo que está lejos. Uno de los más famosos miopes de la Biblia fue ll joven rico que vino a Jesús preguntando: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?” Jesús diagnosticó inmediatamente su problema: miopía espiritual. Vio que a pesar de tener inquietud espiritual los ojos del joven estaban tan fijos en sus posesiones, que no podía mirar más allá. Sus bienes eran la pasión de su vida. Por eso Jesús, el Gran Médico, prescribió una cirugía radical: “Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.” Jesús no buscaba con esto que este joven hiciera buenas obras para salvarse. Tampoco le dijo que perdería su tesoro al venderlo. Quería simplemente que fijara sus ojos en el cielo, donde le ofrecía El un tesoro. Lamentablemente su miopía era definitiva. Le fue imposible levantar los ojos de sus cosas, mirar al cielo y seguir a Jesús.
Dios quiere que vivamos mirando más allá de nuestra condición inmediata: el cielo puede ser azul, las flores hermosas, pero con un fuerte dolor de muelas es difícil notarlo. Todo tiende a hacer que nos concentremos tan completamente en nuestros males, que no logramos ver nuestras bendiciones.
Podemos enfocar tan intensamente los peligros, que no contemplemos las infinitas posibilidades. “Pues nuestros pequeños y pasajeros sufrimientos producen una gloria eterna más grande y abundante. 18 Por lo tanto, no nos importa lo que ahora se ve, sino que fijamos la mirada en lo que todavía no vemos. Porque lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve no cesará jamás.” 2 Corintios 4:17-18 NBV. Notemos que la Biblia nos urge a cambiar de enfoque: No, a lo momentáneo y temporal. Sí, a lo eterno.
La hipermetropía: Cuando uno ve bien de lejos, pero no de cerca. El futuro parece ser inmejorable, pero el presente plantea dificultades insuperables. Las grandes metas a largo plazo no son problema, pero sí las responsabilidades inmediatas que nos acercan a ellas.
La persona vive mirando el mañana, pero sin la persistencia y la determinación para empezar a construirlo hoy. “Los sensatos mantienen sus ojos en la sabiduría, pero los ojos del necio vagan por los confines de la tierra.” Proverbios 17.24 NTV
¿Qué dijo Jesús sobre la hipermetropía? En Juan 4:35 “Después de sembrar el trigo, ustedes dicen: “Dentro de cuatro meses recogeremos la cosecha.” Fíjense bien: toda esa gente que viene es como un campo de trigo que ya está listo para la cosecha.”
Es bueno mirar hacia adelante y tener proyección y soñar con una visión. ¿Estás planeando grandes cosas para el futuro, pero lo pospones porque no se adecúa muy bien a lo que esperas hoy? Esta es una enfermedad muy peligrosa, porque el futuro es incierto y hasta puede que no llegue nunca. ¿Te atreves a decirle a Dios: “después”? Con gran sabiduría la Biblia dice: “Acuérdate de tu creador ahora que eres joven. Acuérdate de tu creador antes que vengan los días malos. Llegará el día en que digas: «No da gusto vivir tantos años». Eclesiastés 12:1 TLA
Cuando nos entra algo extraño en los ojos: ¿te ha ocurrido alguna vez? ¿Verdad que es molesto? Por eso también es que Dios ha instalado lagrimales que nos lavan constantemente los ojos. Hasta nos dio cejas para protegerlos del sudor de la frente. Y qué decir de los párpados. A pesar de esta maravillosa protección, de vez en cuando objetos extraños se las ingenian para entrarnos en los ojos. Sin embargo, hay algo para el cual los ojos parecen no tener protección natural.
Y este objeto extraño puede causar más daño que cualquier otro, porque no solo afecta el ojo, sino toda nuestra personalidad. Ese objeto extraño es una viga. “Jesús también les puso esta comparación: Un ciego no puede guiar a otro ciego, porque los dos caerían en el mismo hueco. 40 El alumno no sabe más que su maestro; pero, cuando termine sus estudios, sabrá lo mismo que él. »¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo de alguien hay una basurita, y no te dieras cuenta de que en el tuyo hay una rama. 42 ¿Cómo te atreves a decirle al otro: “Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo”, si en el tuyo tienes una rama? ¡Hipócrita! Saca primero la rama que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la basurita que está en el ojo del otro.» Lucas 6:39-42 TLA
Esta parábola no solo muestra que tendemos a juzgar con mucha severidad las faltas de los otros, mientras pasamos por alto las propias, sino que también confundimos lo menos importante, con lo más importante. Pensamos que las pajas son tan grandes como una viga, y que las vigas son tan pequeñas como las pajas. Estamos listos para reformar a otro, porque su falta nos afecta mucho; pero no estamos dispuestos a cambiar nosotros, porque ni vemos la necesidad de ello.
Pidámosle a Dios que nos ayude a ver con sus ojos, que nuestra mirada refleje paz, seguridad, bendición y amor. ¡Que quien nos mire, lo vea a Él!
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