“Hay quienes hieren con sus palabras, pero las palabras del sabio traen alivio” Proverbios 12:18 NBV
Una adolescente batallaba con la anorexia. Tenía una altura de un metro ochenta centímetros, pero pesa menos de cuarenta y cinco kilos. No comía más de doscientas calorías por día. Se volvió deprimida y desilusionada, y rompió los vínculos con familiares y amigos. Morir de hambre le parecía una opción razonable porque sentía que ella no tenía propósito alguno.
Un día, una amiga de mucho tiempo del colegio le llamó y le pidió si podría ayudarle con su tarea de matemáticas. Le rogó que le ayudase, así que la muchacha anoréxica estuvo de acuerdo en hacerlo. Trabajaron juntas en los problemas y después la amiga dijo, solamente de pasada: “Eres muy inteligente y tienes una manera única de explicar las cosas. Serías una estupenda maestra de matemáticas algún día”.
Aquel sencillo comentario plantó una semilla en aquella adolescente con problemas. Las palabras alentadoras le dieron un sentimiento de propósito. Entendió que tenía talento, y que tenía algo que aportar a otros. Su perspectiva cambió, y también lo hizo el curso de su vida.
Veinte años después, ella es una madre sana y feliz de tres hijos, y una maestra de matemáticas ganadora de premios que trabaja con niños con bajo rendimiento académico.
Ella da el mérito del giro que dio su vida a las palabras de la muchacha a la que había ayudado con su tarea de matemáticas.
Una sencilla afirmación, un comentario alentador o un poco de elogio puede marcar una inmensa diferencia. Cuando bendices a las personas con tus palabras, les hablas fe. ¿Cuánto nos cuesta elogiar a los demás?
Algo de lo que puedes estar seguro: las personas nunca se cansan de oír elogios y aliento. ¡Puedes seguir hablando y hablando de lo maravilloso que alguien es, y nunca se aburrirá! Eso es prueba de lo mucho que anhelamos el elogio y la dirección en nuestras vidas.
Mark Twain dijo: “Puedo vivir todo un año de un buen elogio”. ¿A quién puedes darle el regalo del ánimo? No dejes fuera incluso a quienes parezcan haber logrado más que la mayoría. A todo el mundo le gusta ser apreciado. Tú tienes la capacidad de ayudar a alguien a pasar a un nivel más alto. Las personas que hay en tu vida no están ahí por accidente. ¿Estás creyendo en ellas? ¿Las estás impulsando hacia delante? ¿Estás hablando bendición sobre ellas? ¿en familia críticas y maldices todo el santo día?
El que saques lo mejor de otros también sacará lo mejor de ti. Recuerda: una palabra alentadora obra maravillas. Sé generoso con tus elogios. Diles a las personas lo que significan para ti. Ten el hábito de edificar a quienes te rodean. Cuando siembres esas semillas, Dios se asegurará de que tú también vayas más alto.
Dios mío, ayúdame a siempre sacar lo mejor de los demás. Ayúdame a bendecir a la gente con mis palabras, a dar el regalo del ánimo y a siempre hablar palabras de vida. Gracias por llenar mi corazón con afirmación de modo que pueda afirmar a los que me rodean hoy y todos los días. En el nombre de Jesús. Amén.
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