v.1 -4 “El hombre propone y Dios dispone. El hombre piensa que es justo lo que él hace, pero el Señor juzga los motivos. Pon en manos del Señor todo lo que haces, y tus planes tendrán éxito. Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre!”
Cuanto nos cuesta entregar el control, bien dice este proverbios podemos proponer, pensar, planificar, sugerir, pero al final quien Dispone es Dios.
Cuando estuve por México y me encantó escuchar que antes de los planes, ellos me decían “Dios primero” como decir “Si Dios quiere”. Yo me había acostumbrado a decir: mañana nos vemos, o mañana hacemos esto y aquello, y ellos me corregían y me decían: “Si Dios quiere”, “Dios primero”. Fue como un cambio de chip, no es mi voluntad, ni mi plan, nosotros podemos planificar mucho querer que las cosas surjan de cierta manera, pero no siempre es así. El domingo había planificado dormir temprano, acabé todos mis pendientes y hubo un incendio cerca a mi casa, me quedé despierta hasta las 3:30am. El otro día planifiqué una larga jornada de trabajo y qué creen se fue la luz 2 veces, yo puedo haber propuesto muchas cosas, tenerlo todo agendado, pero finalmente es Dios quien dispone. No es mi ruta, es su camino, su voluntad y en su tiempo.
Si recibes un informe médico negativo, pierdes tu cliente más importante, o alguien trata de hacerte ver mal, es fácil alterarse y pensar: Tengo que hacer algo y aclarar las cosas. Voy a corregir a esa persona. Necesito obtener un segundo trabajo. Nunca lo voy a lograr sin ese cliente.
El tiempo lo es todo. Sé paciente y permite que Dios abra las puertas. Quizá tengas que llamar. Tengas que esforzarte. Soy de las que creen que hay que ser enérgicas y perseguir los sueños, pero no tenemos que forzar las puertas para que se abran. Si permanecemos pacientes y esperando en los tiempos de Dios, Él le concederá los deseos de su corazón.
v.7 “Cuando al Señor le agrada la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos los reconcilia”
No tomes el asunto en tus propias manos. Si permites que Dios sea tu vengador, Él producirá justicia y te ascenderá delante de aquellos que intentan hacer que te veas mal. Puede que tengas personas con las que estés en desacuerdo. Puede que tengas un compañero de trabajo o un familiar que guarda rencor contra ti. Quizá hayas hecho todo lo posible para ser amable y respetuoso, y actuar hacia ellos del modo contrario al que ellos te han demostrado. Quizá cuanto más amable seas, más odiosos son ellos.
Te resultaría fácil estar amargado contra ellos, pero no te hundas hasta su nivel. Sigue haciendo lo correcto. Dios es un Dios de justicia, y sabe cómo cambiar los corazones de las personas. Puede que tome una semana, o puede que tome un año o veinticinco años. Pero Dios promete que un día aquellos que te hicieron daño vengan a pedirte perdón.
v.9 “El hombre hace planes, pero es el Señor el que dirige sus pasos”
Hay momentos en la vida en que debes dar un paso para descubrir, de un modo u otro, lo que deberías hacer.
Algunas puertas no se abrirán a menos que avances hacia ellas. En otras ocasiones puede que des un paso y descubras que Dios no abrirá esa puerta. Si confías en que Él te guía y la puerta se abre fácilmente, puedes confiar en que Él te está dirigiendo a entrar en esa oportunidad que tienes delante.
A veces, la única manera de descubrir la voluntad de Dios es practicar «dar un paso y descubrirla». Si has orado con respecto a una situación y sigues sin saber qué deberías hacer, da un paso fe. Podemos quedarnos delante de una puerta automática en un supermercado mirándola todo el día, pero no se abrirá a menos que demos un paso para des encadenar el mecanismo. Confía en Dios, da un paso, ¡y comprueba si la puerta se abre!.
V.24 “Las palabras amables son como la miel, endulzan el alma y dan salud al cuerpo.”
No siempre nos damos cuenta de lo poderosos que en verdad somos. Dios ha puesto sanidad en ti. Tus abrazos pueden hacer que la gente mejore. Tus palabras amables pueden poner a las personas de vuelta sobre sus pies. Hay milagros en ti que esperan suceder: una llamada, llevar a alguien, invitar a alguien a cenar, alentarlos en sus sueños. Algunas personas solo necesitan saber que crees en ellos y escucharlo decir: “¡Eres maravilloso! Vas a hacer grandes cosas. Estoy orando por ti”.
Aquello que te puede parecer simple y normal, algo intrascendente, se vuelve extraordinario cuando Dios sopla en ello. Puede dar vida. Puede ser el detonante que bendición de vuelta.
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