v.1 “Mejor comer pan duro donde reina la paz, que vivir en una casa llena de banquetes donde hay peleas”
Hay quienes materialmente lo tienen todo, excepto paz. Me recuerdan a aquel hombre que salió de vacaciones con su familia y se fue a unas playas paradisíacas del caribe. Apenas llegó al lujoso hotel puso su maleta finísima sobre la cama y sacó su ropa, sus zapatos, su dinero, sus perfumes, y …sus problemas! Por el contrario, conozco familias que son ricas en Dios, Él provee para todo lo que necesitan y disfrutan de paz en casa.
¿Cómo preservamos a nuestra familia en paz cuando escasea el dinero? En primer lugar, poniéndonos de acuerdo para orar. El no dejar nuestras ansiedades en Dios hace que todos estemos tensos, propensos a la irritación y a las peleas. Familias que oran juntas, superan también juntas muchas adversidades. Clic para tuitear
Muchos matrimonios han sido sumidos en crisis profundas y aún divorcios, porque no soportaron unidos las crisis económicas.
Además será de mucho provecho usar palabras de fe, de ánimo, en nuestra comunicación diaria.
Otra actitud fundamental es brindarles tiempo y atención a nuestros seres queridos. Algunos viven tan abstraídos en sus problemas que no reparan en los pequeños ojos de sus hijos que mendigan ese amor que les proporciona seguridad. Finalmente, Dios quiere que seamos agradecidos. Que apreciemos su bendición en las pequeñas cosas de la vida.
Abraza a tu familia y diles: “Esta prueba no nos va a separar”, “después de esta crisis tendremos grandes historias por contar”. Ellos son tu especial tesoro, tu hogar es tu refugio. ¡Has lo que sea necesario para vivir en paz!
“El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu quebrantado seca los huesos” Proverbios 17:22
A lo largo de la vida, siempre habrá algo que trate de quitarnos el gozo. Si no es un vendedor gruñón, es un familiar molestando, un amigo envidioso, un ex obsesivo, un cliente mal pagador y tantos otros, que no nos pase los próximos veinte años permitiendo que la misma gente y las mismas circunstancias nos frustren. Cambia la manera en que las abordas. Lo que te está molestando ahora no tiene que hacerlo más.
Puedes escoger mantener la calma y estar tranquilo e inalterable. Recuerda, una actitud relajada va a alargar su vida. La próxima vez que seamos tentados a enojarnos, pregúntate: “¿Es esto verdadera mente digno de que sacrifique mi alegría?”.
Si tomas la decisión de no entregar tu gozo, sino vivir cada día feliz, Dios promete que serás fuerte, que tendrás relaciones más llenas de paz y que lograrás más. ¡Él dice que un corazón alegre es buena medicina! ¡Aférrate a tu alegría y permite que sane tu corazón para que puedas experimentar las bendiciones que Dios tiene reservadas para ti!
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