Un hombre iba caminando con un bulto en la cabeza y un señor que iba manejando un camión se detuvo y lo invitó a subir a la parte de atrás para llevarlo a su destino. El hombre se subió pero para sorpresa del chofer, al mirar por el espejo retrovisor vio que aquel hombre todavía llevaba el bulto sobre su cabeza en lugar de echarlo en el piso del camión. Muchas veces algo similar nos sucede a nosotros en el aspecto espiritual, no soltamos nuestras cargas con Dios y por eso continuamos cargados.
En el mundo de hoy y en medio de las dificultades de la vida, ¿quién no ha estado o está trabajando cargado? Una carga es un peso que tenemos en el corazón, que nos roba la paz y de la cual no sabemos cómo deshacernos. Es algo que nos agobia, que nos sobrepasa y altera nuestro ánimo. Una persona cargada está ensimismada, está desanimada, está angustiada, e incluso a veces deprimida. Cuando nos encontramos con alguien “cargado”, abre su boca y sólo salen palabras negativas, de queja, de amargura. Ve su futuro negro y está en un pozo de desesperación del que parece no poder salir pues habla obsesivamente de sus problemas.
Si estamos cargados y alguien nos dice algo, se nos salen las lágrimas. Esta situación que nos carga es una situación que no podemos resolver y que hace que a veces caigamos en desánimo y depresión. De pronto en esos momentos buscamos un amigo, un pariente para así contarle lo que nos pasa y “descargarnos”. La psicología aconseja esto y no es malo, pero existe una mejor opción y esa la ofrece Jesús.
“Vengan a mí los que estén cansados y afligidos y yo los haré descansar” Mateo 11:28 NBV
¿Crees que Dios te dará el descanso? Tienes que intercambiar tu carga con la de Él. Entonces, confía plenamente en Él, echa sobre Él todas tus cargas, y disfruta del descanso que solo Él te ofrece.
En ese pasaje encontramos tres aspectos muy importantes:
Humildad: Jesús dice: “Vengan a mí los que estén cansados y afligidos, y yo los haré descansar”. Esta es una promesa condicional. El descanso viene sólo después de que vamos a Dios. Esto requiere humildad. Primero, al reconocer nuestra incapacidad para llevar todas nuestras cargas y segundo, al aceptar la invitación de Jesús y venir hasta Él en busca de Su ayuda. Ahí es cuando estamos listos para recibir la solución de Dios, en vez de intentar nuestra propia solución. ¿Qué haces cuando estás cargado? Algunos buscan brujos, otros se refugian en el alcohol, otros comprando y etc.
Venimos a este mundo en un estado de completa dependencia al igual que un bebé. Dios ha querido enseñarnos a depender de nuestra madre o padre. Imagínate un bebé que no quiera depender de ellos… Se muere. Muchas personas tratan de resolver ELLOS MISMOS sus asuntos y cuando ya no pueden, ENTONCES recién recurren a Dios. Es como si dijeran: “Yo puedo solo y cuando no puedo espero que tú actúes” pero Dios quiere que reconozcamos que sin su ayuda jamás tendremos éxito en nada. Ni en tu matrimonio, ni con tus hijos, podrás vencer la enfermedad, ni conseguir trabajo… DEBES APRENDER A DEPENDER EN TODO DE DIOS. Tus problemas seguirán en la medida que te tardes en entender esto.
Uno de los nombres del Espíritu Santo es EL AYUDADOR. El problema es que NOS olvidamos que existe el Espíritu Santo y no andamos en amistad con Él porque no reconocemos que necesitamos ayuda. Recuerda que Dios no es el 911 al que llamamos cuando ya tomamos malas decisiones y metimos la pata.
“Lleven mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y de corazón humilde. Así hallarán descanso para el alma”. Mateo 11:29 NBV
Sumisión: Cuando un campesino coloca el yugo sobre dos bueyes está tratando de lograr dos cosas: repartir la carga del trabajo entre los dos y además, asegurarse de que el menos experimentado de los dos bueyes se someta a la dirección del más experimentado, el cual ya conoce el camino a seguir. Jesús no solamente nos ofrece ayudarnos a llevar nuestras cargas, sino que nos exhorta a dejarnos guiar por el que conoce perfectamente el camino correcto.
Confianza: Este descanso profundo e inexplicable viene a nuestras vidas cuando confiamos totalmente en Dios. Cuando creemos sus promesas nos resulta fácil sometemos a Su dirección y a Su cuidado. Así dejamos de insistir en nuestra independencia y no podemos decir: “Señor, te dejo esta carga” y luego vivir como si pensáramos que aún tenemos el problema. O lo tienes tú o lo tiene DIOS.
Dios tiene derecho no sólo a ciertas áreas de nuestra vida. La acción de entregar a Dios nuestras cargas implica también la entrega de nuestro corazón, nuestra mente… todo nuestro ser. Si le hemos entregado nuestras cargas a Dios, podemos dormir como bebés y no desvelarnos pensando en el problema. TU CARGA O LA TIENES TÚ O LA TIENE JESÚS.
Dios nos ofrece descanso. Él está muy interesado en nuestro descanso. Una persona cuando no reposa tiene mal carácter, mal genio, trabaja mal, estudia deficientemente. ¿Cuántas veces un problema parece enorme pero luego de un buen sueño, al día siguiente se ve de otra manera?
Dios es nuestro Padre, nuestro Creador y Él nos ama profundamente y nos conoce mejor que nadie. Él sabe qué hacer para que nuestra carita nos cambie. Pero el secreto es acudir a él. ¿Cómo acudimos a él? Orando CON FE. Dejando que la Biblia hable a nuestro problema. Ser sinceros, no tener máscaras delante de Él pues sabe cómo nos sentimos. Eso es TODO lo que tenemos que hacer.
La Biblia nos muestra personajes que estaban tan cargados que sufrieron de depresión y de desánimo.
Elías: (TEMOR) Él había tenido una gran victoria pero entonces fue que recibió una amenaza de parte de la reina Jezabel y se atemorizó (1 Reyes 19:2-4). El enemigo nos ataca poniendo cosas en nuestra mente. La mente es el campo de batalla del enemigo. En esos momentos de temor entra la confusión. Elías huía porque no quería morir pero a la vez le decía a Dios: Quítame la vida. En esos momentos de temor, nuestras emociones están desafinadas. Por eso, es bueno dormir. Elías habló a Dios, él oró y Dios envió, nada menos que a un ángel para darle fortaleza. Y Dios hoy también te dice: “Hijo, largo camino te resta”.
Moisés: (MUCHO QUE HACER) A veces nos sentimos muy cargados por los estudios o el trabajo. Eso le pasó al propio Moisés (Números 11:12-17). Él quería incluso morirse porque no sabía cómo resolver su situación. Pero al hablar con Dios, éste resolvió su problema. Hubiera orado antes y se hubiese ahorrado mucha angustia. Así somos a veces… Nos hacemos de muchas cosas porque no sabemos decir que no. Todos nos presionan y aceptamos más allá de lo que podemos dar. Pero en cuanto Moisés le contó su problema a Dios, éste se lo alivió. Trajo más personas que lo apoyaran y aligeró su carga.
“Lleva tus cargas al Señor, él te sostendrá. No permitirá que el santo resbale o caiga”. Salmos 55:22 NBV
No sé cual sea la carga que tú estés llevando, pero quiero decirte que no has sido diseñado para hacerlo. Dios nunca te ha dejado ni te ha desamparado. Quizá tú lo dejaste a Él y Jesús está aquí para rescatarte. Tú no vas a estar caído siempre pues mi buen Jesús te ama y está dispuesto a ayudarte con tus cargas.
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Wenddy muchas gracias por este devocional. Que Dios te siga Bendiciendo. Desde Lima Perú.