Confiar en Dios hace que la obediencia sea más fácil y esta produce una confianza cada vez mayor. Nos cuesta entregarle las riendas de nuestra vida a Dios precisamente porque pensamos que es “nuestra” cuando ya hace mucho tiempo se la entregamos.
Había una persona queriendo pasar el Niágara en bicicleta y lo estaba pasando sobre un cable. Se animó a hacerlo, iba a medio camino, la gente lo animaba y al final, llegó al otro lado. Llegó alguien a entrevistarlo, le tomaron fotos y luego le dijo: “¿Quién se sube conmigo?”. Una niña se animó, se la llevó y cuando vino de regreso, la gente se dio cuenta que lo iba a lograr con la niña en el timón. Volvieron los reporteros, entrevistaron a la niña y le preguntaron por qué se subió con él. Ella respondió que porque él era su padre y confiaba en él.
¿Confiamos en nuestro Padre Celestial como un niño?
Isaías 12:2 NBV “¡Miren! ¡Dios ha acudido a salvarme! Estaré confiado y no temeré, porque el SEÑOR es mi fuerza y mi canción, ¡él es mi salvación!”.
Dios quiere que confíes en Él. Es distinto confiar que creer. Si te vuelves una persona confiada en Él, se demostrará sobrenaturalmente en tu vida. Como esa niña que tenía la certeza que no le sucedería nada. Así quiere Dios que confíes en Él, como un niño. No dejes morir ese espíritu de niño que llevas dentro.
Josué 6:1-5 NBV “1Los habitantes de Jericó mantenían las puertas de la ciudad bien cerradas porque tenían miedo de los israelitas. Nadie podía salir ni entrar. Entonces el SEÑOR le dijo a Josué: 2Jericó, su rey, y todos sus guerreros ya están derrotados, porque los he entregado en tus manos. 3Los hombres que puedan pelear caminarán alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días. 4Lo harán con siete sacerdotes que caminarán delante del cofre, cada uno con una trompeta hecha de cuerno de carnero. En el séptimo día caminarán siete veces alrededor de la ciudad, y los sacerdotes irán tocando sus trompetas. 5Entonces, cuando ellos den un trompetazo largo y estridente, todo el pueblo dará un gran grito y las murallas de la ciudad caerán; entonces entrarán en la ciudad desde todas las direcciones”.
Cuando el Señor te llame a una tarea que no parezca razonable, tienes dos opciones: obedecerle a pesar de no entender lo que pasará después o temer y tratar de encontrar una salida. Josué escogió la primera opción porque confiaba en el Señor, ignoró toda su experiencia militar y adoptó el extraño plan de batalla de Dios. Con los años, había aprendido que el Señor es fiel.
La manera como respondemos a las tareas difíciles de Dios revela nuestro nivel de compromiso. Podemos sentir que estamos caminando bien con Él, hasta que propone un cambio de dirección. Es allí cuando entra en acción nuestra resistencia y nos damos cuenta de que no estamos tan cerca de Dios como pensábamos. En ese momento, nuestra decisión revela si el Señor podrá usarnos como Él desea.
A veces, la obediencia es una lucha. En ese momento, tu mente piensa en todas las razones por las que el plan del Señor no es lógico. El miedo te domina mientras que tu voluntad lucha para obedecer. Pero la obediencia es siempre la mejor opción porque Dios es fiel y sabio. Cada vez que confirmas tu confianza en Dios es como si hicieras un depósito en la cuenta del cielo. Es como ir formando un capital para los días de dificultades.
2 Corintios 3:12 NBV “Y como tenemos esta esperanza, podemos predicar con plena libertad”.
Vivir con plena confianza es vivir con esperanza en Dios. La esperanza es el ancla de nuestras vidas. Si perdemos la esperanza, nuestra vida va ir sin rumbo ni dirección.
La confianza en Dios es lo mejor que podemos tener… Cuando la vida nos ha enseñado a desconfiar de todo y de todos, en Él podemos confiar plenamente. Cuando no tengas ganas de seguir adelante, confía plenamente en Dios. Cuando todo se ponga feo, confía plenamente en Dios. Cuando pasen los años y no veas sus promesas cumplirse, confía en Dios.
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