No sé cuántos de nosotros nos hemos hecho algunas de estas preguntas: ¿Por qué a mí? ¿No que me querías? ¿Cómo permitiste Dios que esto me suceda? ¿En qué momento te perdí de vista en el timón de mis situaciones, si todo iba tan bien? Por qué, Señor, ¿porqué? Creo que por eso César Vallejo escribió: “Hay golpes tan fuertes en la vida… ¡Yo no sé!”.
Todo esto, me hace comprender un poco a David cuando dijo:
“No fue un enemigo quien se mofó de mí; eso lo habría soportado yo; no fueron los que están en mi contra los que me humillaron, de ellos podría haberme ocultado y huido. Pero fuiste tú, un hombre como yo, mi compañero y amigo. Como disfrutábamos nuestra amistad mientras juntos caminábamos a la casa de Dios” Salmos 55:12-14 NBV
“Son mejores las heridas del amigo que los besos del enemigo” Proverbios 27:6 NBV.
Cuando tienes amor por alguien y esta persona te falla, se aleja o se comporta mal contigo, nace un dolor profundo en tu corazón. Te sientes traicionado, decepcionado, más aún cuando el golpe viene de alguien cercano… de tu círculo íntimo como tu familia o amigos.
A Jesús, uno de sus amigos íntimos lo traicionó. Fue alguien que comía con Él en la misma mesa, uno de los que fueron espectadores de tantos milagros, uno al que le lavó los pies… ¡qué amistad la de Judas y Jesús! Pero pienso que Judas era clave para la crucifixión porque era necesario que Jesús en forma de hombre experimente la traición de un ser amado para después llevarla consigo a la cruz y así hacernos libres de ese terrible sufrimiento.
Te preguntas, ¿cómo te levantarás después de un golpe tan fuerte? La respuesta está en Jesús. Él fue a la cruz y es al mismo lugar donde nosotros debemos ir a perdonar, a restaurar, a ser abrazados por un Jesús que comprende los momentos que vivimos pues tiene el poder para levantarnos y consolarnos.
Las bendiciones nos alegran y nos hacen felices pero muchas veces los golpes y las traiciones son los que nos enseñan a amar y a madurar. Puede que hayan sido muchos los shocks que has tenido en tu vida, pero te digo, Dios tiene el poder para volver a levantarte… Solo aférrate a Jesús pues el amor todo lo soporta, nunca deja de ser…
Aunque no lo creas ni lo sientas, puedes superar una traición, pero no lo puedes hacer solo. Por eso hoy, abraza esta promesa:
“Oh Dios, tú has hecho grandes cosas, tu justicia llega a la alturas. ¿Quién como tú, oh Dios? Me has dejado pasar por muchos problemas. Pero me traerás de nuevo a la vida, sacándome de las profundidades de la tierra. Me darás más honra que antes, y nuevamente te volverás y me consolarás” Salmos 71:19-21
La próxima vez que pienses, ¿por qué a mí? Piensa mejor, ¿para qué? Recuerda, Dios siempre tiene un plan. ¿Permitiré que me sane? ¡Claro! Abrazaré la cruz, recibiré ese mayor honor y consuelo de su parte… Ya no voy a castigarme por algo que pasó y por cosas que se escapan de mis manos. Muchas veces decimos: “Dios tiene el control” pero los verdaderos pilotos seguimos siendo nosotros mismos… Deja las riendas de tu vida a Él, entrégale a Dios todo lo bueno, todo lo malo… TODO lo que puedes manejar y TODO lo que se escapa de tus manos. Deja que tus cicatrices se conviertan en estrellas en las manos de Jesús.
“Porque puede que caigan siete veces, pero cada vez que caigan se levantarán; pero a los malvados les bastará una sola caída para hundirse en la desgracia” Proverbios 24:16 NBV
Vuelve a levantarte, seca tus lágrimas, levanta tu rostro y fortalécete en tu Dios que Él no te dejará en esta situación, sino que está a tu lado dándote valor. Clic para tuitear Puedo verlo en este momento con sus brazos sobre tus hombros diciendo: “Una nueva mañana estoy haciendo para ti, levántate porque esto pasará”. Se viene la alegría… Dios y tú vencerás esa batalla.
“Los que siembran con lágrimas cosecharán con alegría” Salmos 126:5 NBV
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