No le preguntemos al tiempo dónde se ha ido; mejor digámosle dónde se tiene que ir. Clic para tuitear“Así que tengan mucho cuidado de cómo viven. Vivan como sabios, no como necios; aprovechen bien cada oportunidad, porque los días son malos” Efesios 5:15-16 NBV
Todos los grandes triunfadores, todas las personas de éxito, son quienes han podido tener control sobre su tiempo. Se ha dicho que a los seres humanos se nos creó iguales en un aspecto: a cada uno se nos dio 24 horas cada día.Todos tenemos la misma cantidad de tiempo cada día. La diferencia entre las personas se determina por lo que hacen con el tiempo que tienen a su disposición.
Debemos vigilar nuestro tiempo y no nuestro reloj. Hace algún tiempo, una joven preocupada miró su armario y comenzó a quejarse por el poco espacio que tenía para guardar la ropa. Por lo cual, decidió sacar todo y comenzar a ordenar. Pensó en la gente necesitada y por eso apartó algunas prendas para regalar. El problema no era la falta de espacio… era la falta de orden.
Algo similar nos sucede con el tiempo. ¡No tengo tiempo decimos! ¡No tengo tiempo para disciplinarme! ¡No tengo tiempo para orar! ¿Será verdad? ¿O deberíamos decir: No he sabido organizar correctamente mi tiempo.
El salmista oró: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” Salmos 90:12
Uno invierte su tiempo en aquello que considera valioso. ¿Cuánto es el tiempo que dedicamos a ver una serie? ¿Cuánto tiempo dedicamos en chatear con nuestras amigas? ¿Cuánto tiempo le dedicamos a Dios del 100% de nuestro día?
Aprovechar bien el tiempo se refiere a utilizar una cosa de forma que se obtenga el máximo provecho posible de ella. Esto se refiere a enfocarse y planificar lo que haremos en el día. Quién quiere hacer algo organiza el tiempo.
Si nos desbalanceamos en el orden de prioridades y el afán por ocuparnos de las cosas cotidianas de la vida ocupan el 100% de nuestro tiempo, correremos el riesgo de que nuestra vida espiritual se apague. Si cada día necesitamos alimentar el cuerpo, para no enfermarnos, lo mismo ocurre con nuestro espíritu. Debemos alimentarnos diariamente buscar de Dios, leer la Biblia, orar y conversar con Dios.
Nosotros somos quienes determinaremos como viviremos en el futuro. Dios nos da consejos y nos ayuda en nuestras debilidades, nos guía y nos capacita, pero somos nosotros mismos los que organizaremos el tiempo y la dedicación que le brindaremos a cada aspecto de nuestra vida.
Piensa por un momento:
Cuando trabajas o estudias, ¿te dedicas completamente o te distraes?
Cuando terminas con las responsabilidades de cada día, ¿le das lo mejor a Dios o solo lo que sobra?
¿Qué es lo que haces para cuidar a tus seres queridos? ¿Cómo predicas con tu vida a quienes te rodean?
¿Sientes a menudo aburrimiento? Entonces, las actividades no colman tu agenda. Sin embargo, tener tiempo libre no significa aprovecharlo bien.
A veces, y más en los últimos tiempos, pasamos muchos momentos con el celular, la televisión o el internet. Y aunque estemos cada vez más acostumbrados a despejarnos de las preocupaciones con la tecnología, esto puede robarnos tiempo valioso de nuestra vida.
Entonces, ¿estamos demasiado ocupados, o demasiado desocupados? ¿Hemos encontrado el equilibrio? Para ello, analicemos las prioridades que hoy rigen nuestra vida:
¿A qué le dedico más tiempo?
¿Hay algo que sobra en mi vida?
¿Hay alguna actividad que no me edifica y me roba el tiempo?
¿Algún programa de TV para olvidar?
¿Alguna hora de sueño para dejar a un lado?
Anímate a ordenar tus prioridades:
1. Ubica al comenzar el día, un tiempo con Dios. Para poder orar y tomar tus alimentos y organizar tu día.
2. Medita acerca del tiempo que le dedicarás a tu familia y amigos.
3. Ahora piensa cómo aprovechar mejor el horario laboral. Si no tienes uno, cuales serán las medidas que tomarás hoy para buscar empleo.
4. Involúcrate en alguna actividad que quieras desarrollar.
5. Finalmente necesitas tiempo de descanso y sano esparcimiento.
Ya sea que te sientas demasiado ocupado o con demasiado tiempo libre, es hora de ordenar y clasificar las prioridades para ser sabios en el manejo de tu tiempo. Busca la voluntad de Dios porque te conoce y quiere ayudarte a que logres las metas y propósitos para los cuales has nacido. No digas “no tengo tiempo” sino más bien organiza tu agenda para estar en paz y crecer en todo sentido.
Leave A Reply