“Deléitate en el Señor. Así él te dará lo que tu corazón anhela”. Salmo 37:4 NBV
¿Quieres vivir una vida plena y tienes deseos en tu corazón que aún no se cumplen? La Biblia nos da la respuesta a esta interrogante.
El deleitarte en Dios es encontrar placer en tu relación con Él. Es estar tan enamorado de Dios, que disfrutes todos los minutos del día a su lado porque se siente súper rico estar con Él, tanto así que quieres escucharlo una y otra vez porque su voz trae paz, trae seguridad haciendo que te sientas satisfecho por completo. Vives feliz, con adrenalina corriendo por tus venas pues con Él todos los días son hermosos. Pero también, hay otros tipos de deleites que no llevan consigo una bendición. Son malos placeres como deleitarse en hacer lo que sabes que está mal, deleitarte cuando a tu enemigo le va mal, deleitarte en cosas que no te convienen, deleitarte en lo que te hace daño… Esos deleites son insanos.
Es como ir al banquete que Dios ha preparado para nosotros ya habiendo cenado antes pues si hacemos eso, ¡no lo vamos a poder disfrutar! ¿Por qué? Porque ya estamos satisfechos. Muchos de nosotros nos hemos llenado de tanto orgullo, hemos bebido gaseosa de rencor, hemos comido nuggets de pecado o alitas de autosuficiencia y cuando queremos ir a la presencia de Dios, ya estamos tan satisfechos de deleitarnos en nosotros mismos que no podemos deleitarnos en Él.
Me gustaría que este mensaje sea un suero hidratante para ti, que te quite el empacho y decidas de una vez a qué banquete ir. ¿Al del penthouse de deleite celestial o al del sótano de la basura? (Job 22:26). ¡Es necesario vivir con la mirada puesta en Dios! No camines mirando al piso, sintiéndote menos que los demás. ¡Levanta tu mirada y camina erguido! Porque tu Dios es un cumplidor de promesas y concede los deseos más íntimos de aquellos que se deleitan en Él. Cuéntale tus planes y Él te incluirá en los suyos: Tú puedes ser el deleite de Dios.
“¡El Señor tu Dios ha llegado para vivir en medio de ti! Él es tu Salvador poderoso, que siempre cuidará de ti. Él se regocijará en ti con gran alegría; te amará y no te acusará”. Sofonías 3:17 NBV
Me lo imagino con una gran sonrisa desde el cielo, deleitándose en ti cuando te despiertas y lo saludas, deleitándose en ti cuando le cantas en la ducha, deleitándose en ti cuando le separas un lugar en la mesa, cuando le consultas qué hacer en tu trabajo… Él desde los cielos dice: “¡Ese es mi hijo, mi hija, mi predilecto, mi preferida, voy a concederle los anhelos más íntimos de su corazón”. Deleitarte en Él no es cuánto tú le hables sino cuánto tú aprendes a escucharlo. Guarda silencio, cierra tus ojos, piensa en Él y te aseguro que los cielos se abrirán
Leave A Reply