A Spiderman le dijeron: “Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad.” A Superman le dijeron: “El precio de la grandeza es la responsabilidad.” A ti Dios te dice “Levántate, pues ésta es tu responsabilidad; nosotros te apoyamos. ¡Cobra ánimo y pon manos a la obra!” Esdras 10:4 NBV . Es fácil eludir nuestras responsabilidades, pero no podemos eludir las consecuencias de haber eludido nuestras responsabilidades.
El Salmo 34 muestra un David que escribe después de aparentar estar loco en frente del rey de los filisteos, él había huido de los filisteos porque sabía que era el único lugar donde Saúl no lo buscaría para matarlo. David en ese momento de su vida tenía muy buenas razones para sentirse desanimado y quejarse delante de Dios. Pero David tomó responsabilidad por sus palabras. Él entendió que si quería cambiar sus circunstancias, debía cambiar sus palabras y en vez de quejarse y murmurar debía empezar a bendecir y alabar a Dios.
Salmo 34:1-7 NBV “Alabaré al Señor, pase lo que pase. Constantemente hablaré de sus glorias y de su gracia. Me gloriaré de todas sus bondades para conmigo. Anímense todos los desalentados. Proclamemos juntos la grandeza del Señor, y ensalcemos su nombre. Porque clamé a él y él me respondió. Me libró de todos mis temores. Otros también estaban radiantes por lo que él había hecho por ellos. No estaban cabizbajos ni avergonzados. Este pobre clamó al Señor; el Señor lo escuchó y lo libró de todas sus tribulaciones. Porque el ángel del Señor acampa alrededor de todos los que le temen y los libra”.
David en estos versos se estaba comprometiendo y le estaba diciendo: “Señor, en medio de toda circunstancia no me voy a quejar sino voy a alabarte”. Las palabras que usemos tienen mucho poder en la batalla de la vida que nos tocará vivir. Nuestras palabras crean escenarios, construyen puentes o los destruyen. No podemos envenenar nuestro futuro con nuestras palabras del presente.
David no tenía nada de qué gloriarse en este momento de su vida, se había convertido en un fugitivo, aborrecido por su pueblo y buscado por su propio rey. Él no estaba pasando por un buen momento a nivel emocional ni anímico. Seguramente se sentía solo, desanimado, sin salida, pero en medio de todas estas circunstancias difíciles, David decidió tener una actitud positiva. Él aprendió a fortalecerse en Dios. Aprendió a desafiar su interior… Sin importar cómo me sienta por dentro, tomó responsabilidad de sus emociones.
Muchas veces las circunstancias de la vida hacen que por dentro nos derribemos, pero es nuestra decisión si nos mantenemos en la lona o nos levantarnos por dentro. David no esperó la motivación de una persona para levantarse, él mismo aprendió a desafiarse por dentro, él mismo aprendió a ponerse de pie, y a no darse por vencido.
David fue un hombre que en los momentos difíciles de su vida siempre buscó refugio en Dios. Él sabía que el lugar de su victoria no estaba en el campo de batalla sino en la presencia de Dios. David siempre tomó muy en serio su relación con Dios. Algo que nos debemos preguntar constantemente es cómo está nuestra relación con Dios. David tomó con mucha responsabilidad su relación con Dios. Por eso determinó una cosa: “El estar en la casa de Dios todos los días de su vida”.
Asumamos responsabilidad, de nuestras palabras, de nuestras acciones, de nuestras emociones, de nuestra relación con Dios.
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