Mi momento de mayor pánico no fue al ver una película de terror, tampoco al casi ahogarme en el mar sino una tarde cualquiera que pedí permiso a mis padres para salir con una amiga y mi hermana menor de tres años. Nos fuimos a un centro comercial, comimos helados, paseamos por muchas tiendas… Mi pequeña hermana estaba contenta y nos conversaba todo el camino hasta que vi una tienda de ropa y ustedes saben cómo es una chica cuando ve ropa. “Los ojos le saltan de alegría”, podemos tener un closet lleno, pero siempre sentiremos que nos “falta algo”. Me distraje por unos segundos mirando unos jeans y cuando me di la vuelta ya no estaba mi hermanita…
Trataré de redactarles lo que sentí en esos minutos de angustia. Parecía que me habían arrebatado una parte de mí, sentía un vacío interno, no podía respirar, me faltaba el aire y solo miraba a mi amiga y le decía “¿Dónde está? ¡No estabas tú con ella!”, miraba a todas partes buscando su rostro y la llamaba por su nombre, los segundos parecían interminables. Recorría la tienda dando vueltas y preguntándoles a todos por ella, todo giraba a mi alrededor, las lágrimas se me caían y yo decía: “Tengo que encontrarla”…
Muchos pensamientos rondaron por mi mente: “¡La secuestraron!”, “No me puedo aparecer en casa sin ella, mis padres me matan” y luego suspiré diciendo: “Dios mío, ayúdame”… Al cabo de esa pequeña oración, la vi sentada con uno de los vendedores de la tienda y con un vigilante a punto de ser perifoneada dando aviso de la niña extraviada… Corrí hacía ella, la abracé y ella me dijo: “Me perdí, llévame a casa”.
Si alguna vez te perdiste puede que hayas sentido el abandono de cerca, pero hoy la figura es distinta, quizá tú que me lees estés perdido y no te hayas dado cuenta. Simplemente no encajas, piensas que nadie te entiende, que no hay quien te encuentre, sientes un vacío interno que no puede ser llenado con nada, sabes que buscas algo pero no sabes qué es, tu vida está en crisis y te has perdido en tus problemas.
Eres de los que dicen “Dios ya se hartó de verme fracasar, de hacerle promesas que nunca cumpliré, así que si no regreso a casa nadie se dará cuenta”.
“Pero el pueblo de Israel volvió a quejarse una vez más: «¡Estamos perdidos! —se lamentaron—. Cada persona que se acerca al santuario muere. ¿Es que vamos a morir todos?». Números 17:12- 13 NBV
Hay alguien en el cielo que te está buscando con un amor incondicional y que no parará hasta encontrarte. No habrá distancia que lo separe de ti… ¡Ese es Dios! A veces pensamos que estamos fuera del alcance de su radar, que ya no le importamos o que simplemente nos perdió de vista, pero eso no es así.
“Israel es mi viña y yo, el Señor, cuidaré las viñas fructíferas. Cada día las regaré y las vigilaré día y noche para mantener alejados a todos los enemigos.” Isaías 27:3 NBV
Papi te cuida, te espera, te ama y cruzará un mar de obstáculos hasta hallarte. ¿No me crees? Vayamos juntos a Lucas 15 que nos habla de:
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Una oveja perdida
Puedes ser tú el o la que ha estado en su rebaño y saltó la cerca, pero dejará a las 99 e irá solo por ti para traerte de vuelta junto a Él.
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Una moneda pérdida
Porque tu valor es incalculable, eres tan valioso que no tienes precio, Él no te cambia por nadie.
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Un hijo perdido
Él es un Padre que espera en las noches más frías hasta que su hijo llegue a casa… Eso es amor.
“Su padre le respondió: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y lo hemos encontrado” Lucas 15: 31-32 NBV
Aunque te hayas alejado y perdido, recuerda que un hijo siempre sabe la dirección de su casa. Así que, regresa porque te está esperando un Padre ansioso por recordarte que, aunque no lo viste ni lo sentiste, siempre estuvo a tu lado.
Déjate hallar por su tierno amor, ya no te escondas más y regresa a casa.
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