En una famosa campaña de televisión que promueve valores entre el público latino de USA, se ve a dos niños de más o menos nueve años que se encuentran en la entrada de un estadio de fútbol. Ellos lucen sucios y harapientos. Además, en la escena se ve a un padre con su hijo, más o menos de la misma edad de los otros niños. Pero este hombre y su pequeño se ven felices en la fila par entrar al estadio. El padre tiene las entradas en la mano y al intentar guardarlas en su bolsillo, se ve que caen al suelo, pero él no lo nota. Uno de los dos niños ve las entradas y las recoge. Su rostro se ilumina ante la posibilidad de ingresar al estadio y ver el juego. Pero más adelante, nota el murmullo y desorden que se formó porque un hombre y un niño no logran encontrar las entradas que este asegura haber guardado. Los niños cruzan miradas. En sus expresiones se ve el conflicto interno que enfrentan porque saben que las entradas que encontraron seguramente son las que el señor busca desesperadamente. En la última escena, los niños se acercan al hombre y le entregan los boletos que han recogido el suelo. El padre, muy agradecido y feliz, entra al estadio con su hijo y los dos niños se alejan, satisfechos de haber hecho lo correcto. Aunque la recompensa no sea inmediata, la integridad tarde o temprano ofrece frutos de bien.
Hechos 5:1-11 Pero se dio el caso de un hombre llamado Ananías, esposo de Safira, que vendió cierta propiedad, pero entregó sólo una parte del dinero a los apóstoles y se quedó con el resto. Su esposa, desde luego, estaba enterada de todo. ―Ananías —lo reprendió Pedro—, ¿por qué has permitido que Satanás te llene el corazón? ¿Por qué dices que este es el importe total de la venta? Le estás mintiendo al Espíritu Santo. ¿Acaso no era tuya esa propiedad antes de venderla? Y una vez vendida, ¿no era tuyo el dinero? ¿Por qué has hecho esto? No nos has mentido a nosotros, sino a Dios. Al escuchar estas palabras, Ananías cayó al suelo y murió, y un gran temor se apoderó de los que escucharon esto. Los jóvenes cubrieron entonces el cadáver con una sábana y salieron a enterrarlo. Como tres horas más tarde, llegó la esposa, sin saber lo ocurrido. ―¿Vendiste el terreno en tal precio? —le preguntó Pedro. ―Sí —respondió. Le dijo Pedro: —¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Detrás de esa puerta están los jóvenes que acaban de enterrar a tu esposo y ahora te sacarán también a ti. Instantáneamente cayó al suelo muerta. Los jóvenes entraron y, al verla muerta, la sacaron y la enterraron junto a su esposo. Un gran terror se apoderó de toda la iglesia y de todas las personas que se enteraron de lo que había pasado.”
Intenciones que se convierten en acciones
Ananías y Safira fueron una pareja que formó parte de la primera congregación cristiana, cuando Pedro y los apóstoles predicaban. Esta pareja vendió una propiedad con la intención de entregar el dinero para beneficio de todos, pero se quedaron con parte de la ganancia. Integridad significa que no falta parte alguna, es decir, algo que está completo. Cuando nuestras buenas intenciones no se concretan en buenas acciones, nos falta integridad, pensamos de una forma, pero actuamos de otra, somos de doble ánimo y esa ambigüedad provoca que cometamos errores. Tu vida debe guiarse por los valores que Dios nos enseña, debemos ser íntegros y correctos en nuestra forma de pensar, actuar y ser. Clic para tuitear Cumple con tus promesas, ha un dicho que dice que de buenas intenciones está lleno el infierno. Las acciones son las que valen.
“El que disimula su pecado no prosperará; pero el que lo confiesa y lo deja, obtendrá misericordia” Proverbios 28:13 NBV
Esta pareja podía decidir sobre sus posesiones. Nadie los obligaba a venderlas y dar lo que obtuvieran. Ellos decidían qué cantidad dar, pero mintieron al decir que habían entregado todo. Al ver que otros daban todo lo que tenía, querían parecer generosos para ganar admiración y popularidad en la iglesia. La mentira y el deseo de aparentar destruyen nuestra integridad y confiabilidad. Sé honesto con Dios y contigo en todas las circunstancias de tu vida. Si te equivocas, Dios es misericordioso en perdonarte, pero debes confesar tu falta y enmendarla.
“La riqueza que se obtiene por la lengua mentirosa se esfuma como la niebla y es como una trampa mortal.” Proverbios 21:6 NBV
El juicio de Dios vino sobre Ananías y Safira por su falta de integridad y por su mentira. Ananías murió en el instante y su esposa, aunque tuvo la oportunidad de arrepentirse, insistió en el engaño, por lo que también murió. Esto produjo un gran temor entre los creyentes. Es un ejemplo de que a Dios no le gusta la falta de integridad. Sabemos que la paga del pecado es muerte, pero Jesús nos ha redimido, pagó las consecuencias por los otros, así que no desperdiciemos su regalo y esforcémonos por ser íntegros siempre.
Ananías y Safira nos ofrecen una fuerte lección sobre la integridad que agrada a Dios. Sabemos que engañar y robar son pecados contra la ley de Dios, por lo que debemos pensar y actuar con rectitud, no solamente con el dinero, sino también en nuestras relaciones personales y laborales. Debemos identificarnos por la correcta actitud en todo lo que emprendemos.
Dios nos ha dado normas y leyes muy claras que debemos respetar para tener larga vida y prosperar en la tierra.
Dios mira los corazones y descubre nuestras intenciones. Clic para tuitear“Crea en mí un corazón limpio, Dios, y renueva la rectitud de mi espíritu” Salmo 51:10 NBV
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