Los 2 de diciembre no son iguales sin ella, hablo de mi abuela Angelita, y es que la extraño tanto, en este mes de tener a la familia cerca, habrá algunos que falten en la mesa. Muchos que ya partieron, los héroes anónimos de nuestro corazón.
Todos tenemos una historia de a quién extrañamos, alguien que quisiéramos que esté aquí con nosotros y no está. Contarle con alegría cuando obtuvimos un título universitario, cuando nos mudamos de casa, cuando nos traicionaron, presentarle el novio, o que nos acompañe porque un amigo se enfermó. Díganmelo a mí…
Mi abuelo Denny era el médico de la familia, aunque de profesión artista: era dibujante y pintor, de vocación: estudió medicina natural… Así que ya saben a quién llamábamos cuando alguien se enfermaba en casa… Me salvó de morir a los doce años cuando tuve un ataque de asma.
Ni que te digo de mi otro abuelo mi Chillman del que también extraño sus llamadas mañaneras para cantarme el cumpleaños, sus tamalitos calientes y esa música celestial con su saxofón.
Sé que tú también tienes a alguien que se te fue, una nubecita más en el cielo que saludar, muchas veces le preguntamos a Dios ¿por qué?… Quizá no tienen sentido para nosotros lo que Dios permite que suceda, pero Él tiene un plan divino y perfecto para cada uno de nosotros.
Cuando mis abuelos fallecieron sentí un gran vacío, me llene de dudas y de preguntas para con Dios, no tenía ganas de levantarme, veía a mis padres llorar y sufría demasiado… hasta que oré y encontré este pasaje bíblico:
“Cuando mi mente se llenó de dudas, tu Consuelo renovó mi esperanza y mi alegría.” Salmo 94:19 NTV
Entonces empecé a pedirle a Dios que su Consuelo inundara mi vida y el de mi familia y ¿qué creen? Tuve un sueño. Vi a mi viejito vestido de blanco y construyendo algo con unos ladrillos… Cuando se percató de mi presencia me dijo: “Vieja estoy bien, estoy mejor, aquí estoy sirviendo a mi Señor…” y me repetía estoy bien, estoy bien… “
Ese sueño trajo paz a mi corazón, pude dormir tranquila y le entregué a Dios mi preocupación, mi angustia… Aprendí a conocer a Dios en otra faceta: “Él es el Dios de mi consuelo”. ¿cuántos no quisiéramos tener a esa persona especial con nosotros ahora?
Me atrevo a compartir esto contigo – tú que has perdido a alguien a quien amabas – porque nadie más tiene el amor tan grande que tú le tenías, nadie más lo extraña como tú lo haces… pero alguien como yo, que fui consolada por Dios, puedo decirte que Él también quiere consolarte a ti…
“Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan su amor y su paz. ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación! Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar a todos los que sufren, con el mismo consuelo que él nos prodigó. Pues así como sufrimos abundantemente por Cristo, así de grande es el consuelo que él nos da.” 2 Corintios 1:2-5 NBV
Que el amor y la paz de Dios estén contigo hoy, te enseñen a respirar, a continuar, a dejar de sufrir. Que recibas de ese consuelo divino. Sé que nadie entiende, sólo Dios. Así que ábrete con Él, dile lo que sientes y saca todo. Puede que sea tu padre, tu madre, un tío, una abuela, un hermano, un hijo… Dios vio morir a su Hijo, así que Él sabe lo que es el dolor que estás sufriendo: Ver partir a alguien…
Puedes pedirle un sueño, como lo hice yo, o un versículo… simplemente la certeza de que está bien… Estoy segura de que Dios te va a responder… Mis abuelos se me adelantaron, me ganaron en la carrera y vivo una vida con mucha esperanza. Sé que, aunque no están a mi lado físicamente, los llevó dentro de mí… en mi corazón, sus enseñanzas calaron profundo, sus apellidos los llevo con orgullo, y su legado permanece. ¡Aférrate al consuelo de Dios, a su abrazo de esperanza!
Los veo en el cielo.
Leave A Reply