Durante siglos, los cristianos de todo el mundo han dedicado estas cuatro semanas previas a la Navidad como preparación para la celebración del nacimiento de Jesús. Preparando el ambiente y las oportunidades para compartir la Buena Noticia; y preparándonos de manera personal para reflexionar en el verdadero significado de la Navidad.
Preparemos nuestras vidas. Hagamos un lugar para Aquel que no tuvo lugar al nacer, pero ocupó nuestro lugar al morir en la cruz.
Desde el principio Jesús no fue bienvenido, aun así, siguió adelante voluntariamente para ser Él mismo el que nos da la bienvenida a su reino.
La palabra adviento significa “venida”. La expresión completa en latín es Adventus Redemp- toris, “la venida del Redentor”. Esta es una época en la que reflexionamos y contemplamos su primera venida, mientras también esperamos su segunda venida.
No solo que toda esperanza viene de Él… Él es nuestra esperanza.
No solo que Él nos llena de su paz… Él es nuestra paz.
No solo que Él cambia nuestro llanto en alegría… Él es nuestro gozo. No solo que Él nos ama… Él es amor.
No solo que la salvación viene de Él… Él es nuestra salvación.
«No teman, que les traigo una buena noticia, que será para todo el pueblo motivo de mucha alegría. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
Lucas 2:10-12
Si nuestra mayor necesidad hubiera sido…
información… Dios nos hubiera enviado un maestro.
tecnología… Dios nos hubiera enviado un científico.
dinero… Dios nos hubiera enviado un economista.
Pero como nuestra mayor necesidad era el perdón, Dios nos envió un SALVADOR.
Nos hemos preparado para recibir a Jesús en nuestras vidas…
Emanuel, Dios con nosotros…
Aquel que no tuvo lugar para nacer, pero ocupó nuestro lugar al morir.
Aquel que desde el principio no fue bienvenido, mas, aun así, siguió adelante por amor a cada uno de nosotros y con brazos abiertos, nos da la bienvenida a su reino.
“La Palabra vino a lo suyo, pero los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios” Juan 1:11-12
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