“Mi Señor y Dios, ¿vas a tenerme siempre olvidado? ¿Vas a negarte a mirarme? ¿Debe seguir mi corazón siempre angustiado, siempre sufriendo? ¿Hasta cuándo el enemigo me va a seguir dominando? Mírame y respóndeme; ¡ayúdame a entender lo que pasa! De lo contrario, perderé la vida; mi enemigo cantará victoria y se alegrará de mi fracaso. Pero yo, Dios mío, confío en tu gran amor y me lleno de alegría porque me salvaste. ¡Voy a cantarte himnos porque has sido bueno conmigo!”
La gran mayoría de veces no entendemos que pasa a nuestro alrededor, por qué muere gente a la que amamos, por qué no estamos las cosas no se solucionan y ya, por qué no conseguimos trabajo, por qué amistades de años se rompen, por qué nuestro corazón se hiere tanto al terminarse una relación, por qué, por qué, por qué… el salmista le dice a Dios: “Ayúdame a entender lo que pasa” es que a veces nos empecinamos en que a nuestra forma. ¿qué tanto te has aferrado a cosas o a personas al punto de que estás cambien tu estado de ánimo? Yo creo que todo lo que nos sucede es parte de un aprendizaje, algunas personas llegan a nuestras vidas como una bendición y otras como una lección. No es un fracaso, simplemente Dios tiene un plan distinto al nuestro. A Dios no le sorprenden tus tropiezos. Su amor, su gracia, misericordia y perdón son mucho más grandes que los líos o desastres que hagas. Clic para tuitear Jamás nos ve como fracasos. Nos ve como personas que aprendemos. Y si no aprendemos de cada experiencia, sí fracasamos. Clic para tuitear Es una decisión que depende de nosotros: podemos decidir si vamos a usar el fracaso para hacer pie de nuevo, o si lo usaremos para tacharnos de la lista. ¿Qué debemos hacer nosotros? Confiar en su amor, recibir de la fuente correcta el amor.
«En verdad estoy tan triste que no puedo expresar mi gran dolor a ninguna persona, no puedo comer, ni beber, ni dormir». Esto fue lo que la esposa de Martin Lutero escribió después de que él muriera. Así es el dolor. Es mucho más que un sentimiento. El dolor se toca, se materializa. Y, de inmediato, nos hace cuestionar a Dios.
David en este salmo dice varias veces ¿Hasta cuándo? Y es que ya la paciencia se le había agotado y la esperanza se había esfumado. Las horas se sienten como días y los días como meses. Así se siente el salmista. No ve el momento en que termine su dolor. Es allí donde hace su oración y le dice a Dios: “Mírame y respóndeme” ¿Sabías que la mirada de Dios está fija sobre ti ahora mismo?
El salmo comienza con tristeza, con dolor, con desesperación, pero después de la oración que hace David, el tono de su comunicación cambia. Y dice: pero yo confío en tu amor y voy a cantarte porque eres bueno conmigo.
No sé tú, pero yo cuando estoy feliz canto mucho, canto en la ducha, canto mientras trabajo, canto, disfruto ese tiempo, siempre habrán momentos para llorar, para sacar todo lo que uno tiene dentro, pero también debemos encontrar los momentos para cantar, para alegrarnos de la bondad de Dios, estamos vivos, estamos sanos, estamos a salvo en casa, y con las personas que más amamos en el mundo.
Leave A Reply